John Kay suele tener interesantes ideas, que vuelca en sus artículos en el Financial Times. Hoy habla de un juego provocador (ver su comentario «Kipling’s game theory lessons for Greece», aquí, en inglés, claro). Una persona subasta un dólar entre dos contrincantes; los que juegan pueden apostar, añadiendo un céntimo a la oferta del anterior. El que ofrece el precio más alto se lleva el dólar, pero lo interesante aquí es que el otro paga también. Parece claro que el precio irá subiendo hasta 99 centavos, pero entonces el que pierde preferirá ofrecer un dólar porque, aunque no gane nada, no perderá 98 centavos. De modo que el otro ofrecerá 1,01 dólares, porque preferirá perder 1 centavo a perder 99. Y de nuevo el otro ofrecerá 1,02… y así, sin límite.
Kay aplica este juego a fenómenos bien conocidos por nosotros. Compensa salvar la deuda griega para evitar los pérdidas a que nos sometería, aunque esto nos condene a salvar la economía griega por los siglos de los siglos. Compensa salvar a Lehman Brothers, con tal de evitar la grave crisis económica. Compensa acceder a las demandas de los secuestradores, para evitar la pérdida de vidas inocentes. Compensa gastar un poco más en un proyecto cuyo presupuesto se nos ha ido de las manos, con tal de evitar la pérdida de los recursos ya invertidos. Compensa ceder a un chantaje, a ver si por fin el chantajista nos deja en paz.
El problema, como señala Kay, es que el otro competidor siempre hará una nueva oferta. O sea, que hay juegos en los que la decisión racional es no participar. Y si ya estás en él, lo más sensato es abandonarlo en cuanto te das cuenta de que no lleva a nada positivo. Pero para esto hace falta saber asumir una pérdida, y explicarlo a los demás. Y esto puede ser muy difícil. Hace falta una gran fortaleza para decir «me planto». Probablemente perderás las próximas elecciones, pero habrás hecho un gran servicio a tu país.
Me viene a la mente :
«…..la única forma de ganar es no jugar»
eso decía la supercomputadora de la pelicula -juegos de guerra-