Hace un rato recomendaba a mis lectores un post de www.mercatornet.com. Ahora recomendaré un post de esa misma fuente: «Una crisis de economía política», de George Friedman (aquí, en inglés). Friedman identifica varias crisis en lo que nos está ocurriendo:
- La conocida crisis financiera americana, causada por las hipotecas subprime. En el fondo de esa crisis encuentra fallos morales y de responsabilidad social de las instituciones financieras (y de otros agentes económicos). Esa crisis emigró luego a Europa y a otros países; en España la relacionamos con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, pero no es sino una variante de la crisis financiera internacional.
- Una crisis política, causada por la incapacidad de las autoridades para solucionar la crisis financiera y para hacer que los responsables carguen con sus responsabilidades (esto lo hemos visto también entre los indignados en España). Los políticos gastaron sumas ingentes de dinero para solucionar los problemas, pero la gente tiene la impresión de que lo hicieron para llenar los bolsillos de las instituciones financieras, es decir, de los culpables de la crisis financiera.
- Una crisis de deuda soberana, en que incurrieron los gobiernos al intentar evitar la recesión y salvar a los bancos.
- El resultado de esas crisis fue un fuerte aumento en el poder del Estado, que forma parte de la crisis política y que lleva al rechazo de muchos ciudadanos -por ejemplo, los de los Tea Parties americanos.
- En Europa hay otra crisis, cuyas raíces son antiguas. Los antieuropeístas han venido considerando que la Unión Europea y la moneda única son montajes para beneficiar a los bancos y a los políticos, y, en otro orden de cosas, a los países centrales, sobre todo Alemania y Francia. El desarrollo de la crisis ha dado lugar a una ampliación de estas críticas, por parte de griegos, portugueses, irlandeses, etc. (los españoles, todavía poco, por ahora). La idea de que el manejo de la crisis ha seguido el dictado de Alemania no ha hecho sino acentuar la crisis de confianza entre socios.
Friedman apunta a la existencia de otras crisis, en China, por ejemplo. En todo caso, señala unos caracteres comunes a todas esas crisis:
- Son económicas, pero no sólo económicas, sino de economía política.
- No tienen que ver con las izquierdas y las derechas, o con los trabajadores y los empresarios, porque los descontentos están en todos los frentes.
- Todas esas crisis confluyen en una crisis de legitimidad, que, dice Friedman, puede llevar a la parálisis en Estados Unidos y a una nueva fragmentación de Europa.
- Estas crisis son importantes independientemente de que tengan razón de ser o no. Y esto las hace particularmente graves, porque hay que hacerles frente, en cualquier caso, si no queremos sufrir un serio descalabro en la moral de los ciudadanos y en la unidad de los países.