He leído algunas cosas interesantes en estos días: no sé si porque han aparecido más cosas interesantes o porque, sin la presión del trabajo cotidiano, puedo leerlas con más calma. En www.mercatornet.com, una web (en inglés) llena de buenas ideas (se la recomiendo), leí algo sobre los incendios, robos y asesinatos en el Reino Unido en los últimos días; por ejemplo, «Niños sin padres protagonizan las algaradas» (aquí, en inglés). El post es un magnífico ejemplo de análisis social sobre las causas últimas del problema, que el autor identifica con las políticas antifamilia llevadas a cabo en las últimas décadas en ese país -y en otros muchos, incluído el nuestro. «La promoción de las familias sin padre ha sido el centro de las políticas sociales políticamente correctas. La afirmación de que los niños se desarrollan mejor cuando tienen un padre y una madre comprometidos en una vida familiar ha sido objeto de burlas y desprecios. No se ha permitido a los maestros y a los trabajadores sociales promover el matrimonio como algo beneficioso: hacerlo podía llevar a censuras, al bloqueo de su carrera profesional o incluso al despido».
Todo esto me recuerda el chiste del gitano que estaba enseñando a su burro a vivir sin comer: cuando casi había aprendido, el burro se murió. La evidencia de que las familias desestructuradas no funcionan, llevan a hijos con peores resultados académicos y laborales, con nuevas familias desestructuradas, crean los incentivos perversos y acaban gravando al conjunto de la sociedad con costes injustos, va siendo ya abundante. La reacción de muchos académicos, funcionarios y políticos es doble: de un lado, debemos reforzar nuestras políticas «socialmente avanzadas» -como si el gitano hubiese decidido poner más medios para que el burro no se acercase al pesebre. Y, de otro, sigamos oponiéndonos a las ideas contrarias, a pesar de la evidencia.
Reconozco que cambiar de ideas es muy difícil, cuando uno las tiene bien arraigadas, fruto de sus años en la escuela, en la familia, ante la televisión y en la prensa. Pero me parece que hay que seguir insistiendo. A los economistas nos acusan de no haber sabido prever la crisis financiera desde mucho antes. Vale, pero resulta que a los que están denunciando las crisis sociales y morales de nuestro tiempo les llaman fundamentalistas, políticamente incorrectos, retrógados y todo eso. Supongo que el gitano del chiste acabo aprendiendo algo sobre por qué viven los burros. No dejemos nosotros de explicar lo que nos parece que pasa. Y neguémenos rotundamente a aceptar la descalificación como forma de evitar el diálogo.
Gracias por el post, Antonio, y por la recomendación del website, que no conocía. Seguiré sus noticias, parecen muy interesantes.
Saludos
Antonia M. Moreno