Laurence Kotlikoff, profesor de la Boston University, ofrecen en Bloomberg «Cinco recetas para curar las enfermedades de la economía» (aquí, en inglés). Se refiere a la economía norteamericana, pero son también aplícables, más o menos, a la española. No me convencen, pero muestran, al menos, una cosa muy positiva: hay expertos que se están exprimiendo la cabeza para encontrar soluciones a nuestros problemas. Claro que no todo lo que dicen pertenece al reino de las buenas ideas, pero si, al menos, una de cada diez diese en el clavo, o sirviese para levantar una buena idea por parte de otro experto, habría valido la pena el ejercicio.
Comento brevemente sus cinco recetas:
- Dejar de pagar intereses por las reservas de los bancos (por los depósitos de los bancos en el banco central; en su caso, en la Reserva Federal; para nosotros, en el Banco Central Europeo). Ahora los bancos guardan su dinero en el banco central, y les pagan para hacerlo, de modo que no tienen interés en prestarlo. Kotlikoff dice que, si les dejan de pagar, buscarán buenos clientes y el crédito crecerá. Buena idea. Sólo que los bancos no quieren prestar a esos clientes, al menos a este lado del Atlántico, porque eso aumenta su riesgo y les pone más dificultades ante los mercados que les tienen que financiar. En el caso de la economía española, me parece que esto es bastante claro. Además, el Banco Central Europeo paga por sus reservas desde sus comienzos, a finales de los años noventa; no parece que el problema sea ése.
- Hacer que los trabajadores inviertan en empleos: las empresas se comprometerían a contratar un 7,5% más de trabajadores, y éstos aceptarían una rebaja de salario del 7,5%, que se convertiría en acciones de la empresa. Sería, pues, una forma de salario retrasado. Problemas: los accionistas no querrán, porque diluye el capital; los sindicatos no querrán, porque no querrán; los empleados corren el riesgo de que la empresa quiebre y se queden sin ese dinero,… En todo caso, ¿habría que aplicar esta medida a los nuevos empleos, o sólo a una parte de ellos, o también a los antiguos? ¿Había que cambiar el tratamiento fiscal de esas acciones? ¿Podrían ser ocasión para una opa sobre las empresas? Muchas incógnitas. De todos modos, está muy bien eso de pensar en soluciones aplazadas. Pero ya he dicho que los sindicatos no quieren oír hablar de esto, ni de otras muchas cosas.
- Obligue a las empresas a invertir. Que el Presidente Obama reúna a las 1000 mayores empresas norteamericanas en un solo lugar, y les obligue a firmar un acuerdo por el que cada empresa llegará a cabo nuevas inversiones; una sola no querrá hacerlo, porque no ganará nada aumentando su capacidad, si las demás no le van a comprar, pero todas juntas sí querrán hacerlo. Me parece queno funcionaría, al menos en España, por falta de financiación, por exceso de incertidumbre (sobre el futuro marco fiscal, laboral, etc.), y porque el café para todos no sirve: hay empresas que, simplemente, no necesitan invertir, o no tienen nuevos proyectos, o éstos son demasiado arriesgados, etc. Y el problema no es la falta de demanda agregada, sino la falta de demanda de mis clientes. El profesor Kotlikoff quizás no tiene una idea muy clara de cómo toman las empresas sus decisiones de inversión.
- Desastasque los precios y salarios. Hay salarios demasiado altos, que impiden que las empresas contraten más trabajadores. Sí, es verdad. Lo malo es que Kotlikoff propone que economistas como Paul Krugman y James Galbraith digan en qué sectores habría que rebajar esos salarios (se ve que la economía norteamericana no tiene suficientes problemas, que tiene que pedir ayuda a esos economistas para crearse otros nuevos). Por cierto, si rebajamos los salarios y el poder adquisitivo de la gente, ¿podremos seguir manteniendo el consumo, la demanda, la producción y, por tanto, el empleo?
- Consiga la sostenibilidad fiscal, que Kotlikoff espera conseguir con un conjunto de ideas suyas. OK, démosle una oportunidad.
Lo dicho: gracias por la imaginación, gracias por el ejemplo. Estas sugerencias no son del todo buenas, pero, tratándose de un teórico, no está mal el esfuerzo. Sigamos pensando.