Un buen artículo de Pere Puigdomènech (foto) en El Periódico de hoy, con ese mismo título (verlo aquí). Se refiere al juicio que se ha abierto en Italia contra unos sismólogos que, unos días antes del terremoto de L’Aquila de 2009, declararon que no había peligro. Domènech explica que «todos somos conscientes de que los terremotos no se pueden predecir». Sin duda, los científicos sabían esto, pero se encontraron ante un dilema.
Podían decir que, efectivamente, no sabían qué podía ocurrir. Pero la gente quiere información, y no con el aparato con que los científicos se cubren las espaldas (por el estilo de «dada la información disponible hasta el momento, la probabilidad de que ocurra un terremoto se puede cifrar entre el .. y el .. por ciento, con un amplio margen de error»). La verdad es que usted y yo no sabemos qué hacer con esa información: ¿nos llevamos a la familia a casa de los abuelos, a cientos de kilómetros de distancia? ¿Durante cuántos días? ¿Y si no pasa nada? Pero, ¿y si pasa?
La otra alternativa es tranquilizar a la población, porque los problemas sociales, humanos, psicológicos, económicos, políticos, logísticos, etc. (podría añadir más calificativos) de un éxodo masivo o de un pánico generalizado podrían ser mayores que los de un terremoto, que no sabemos si ocurrirá o no, y si será importante o no. «Comunicar el riesgo es muy difícil», afirma Puigdomènech.
Me gusta, sobre todo, el análisis sociológico que hace de esta situación. «Queremos vivir de manera que las instituciones nos protejan de todos los riesgos posibles (…) Queremos que nos informen de todo lo que pasa para tomar nuestras decisiones, pero que nos perturben lo menos posible. Queremos que nos lo digan todo con certeza, cuando tenemos casos donde lo que hay es incertidumbre«.
Y añadiría un detalle más, de tipo ético. Nuestra sociedad se caracteriza por querer la máxima libertad en lo personal: en mi vida yo hago lo que me da la gana; nadie tiene derecho a meterse en mi vida, ni siquiera con normas éticas, que no tengo por qué aceptar si no me las he dado yo a mí mismo. Y, al mismo tiempo, pedimos la seguridad en la vida social y económica: que no me falle el sistema sanitario, que me paguen puntualmente mis pensiones, que haya orden en la calle,… en definitiva, como en este caso, que me resuelvan los problemas planteados por la vida en sociedad. Pero esto significa que hemos abdicado de la responsabilidad en las cosas que afectan a la sociedad. Y esto es un infantilismo moral.
Pero, ¿cómo decimos esto a esos ciudadanos italianos, que están felices porque, por fin, se va a castigar a los culpables (?) de aquel desastre? Bueno, tampoco excluiría la posibilidad de que lo que busquen simplemente una compensación económica: no nos devolverán a los muertos pero, al menos, cobraremos algo de las arcas del Estado. Quizás es verdad que ‘las penas con pan son menos’.
Antes de nada, felicidades al autor por los magníficos posts que nos regala.
Hace unos días escuchando la radio, los tertulianos hablaban del huracán que rozó Nueva York que no alcanzó la dureza pronosticada, y uno de ellos decía que los servicios de emergencia se habían lucido al dar una falsa alarma… otro participante le comentaba que a posteriori, siempre se puede criticar, pero quien toma la decisión lo debe hacer en un entorno de incertidumbre… las decisiones son buenas o malas a priori, no a posteriori dependiendo de los resultados. Hoy en día nadie se cree nada, ya lo diga el servicio de Metereología como el de Sismografía,… no se acepta la autoridad venga de donde venga… y esta autoridad actúa sin fuerza moral para tomar decisiones.
De acuerdo, Pablo. En todo caso, me temo que los que facilitan información están entrando en un juego que lleva a la falta de confianza. Un meteorólogo, por ejemplo, tiene que decir que la próximo tormenta puede ser devastadora, aunque le atribuya una probabilidad ínfima, porque si omite esa llamada de atención y la tormenta es, efectivamente, muy grande, se le va a caer el pelo. Y hay más cosas, pero me parece que las dejo para un post, porque pueden interesar a todos los lectores… Gracias por tu comentario.
No sabía lo del «proceso por un terremoto» y la verdad es que no tengo una opinión definida al respecto. Me imagino que la justicia italiana tendrá sus criterios para condonar o castigar a sus sismólogos….
En referencia al tema de la incertidumbre creo sinceramente que es un punto muy ionteresante -tanto desde el punto de vista social como Organizacional-. Desde siempre, hemos sido muy poco amantes de la incertidumbre y hemos sido educados para toamr decisiones que nos eliminen al máximo esta variable, pero en estos tiempos que corren, no hay otra opción que navegar «a favor» de la corriente, ser capaces de adaptarse a un recipiente que cada día cambia de forma y además, hacerlo con rapidez y resilencia…………………..y sin embargo, toda nuestra cultura nos orienta hacia valores basados en la seguridad, continuidad, etc……Gracias