La educación diferenciada o single-sex education es objeto de debate en nuestro país. Por ahí fuera está conociendo un auge importante (ver noticia aquí, a propósito de un congreso recientemente celebrado en Varsovia). No soy un experto en este tema, pero siempre me ha llamado la oposición de algunos a dejar a los padres en libertad para que elijan el tipo de escuela que quieran para sus hijos, y a los promotores de las escuelas, públicas o privadas, para que opten por un modelo u otro. Alguien me dijo hace muchos años que en España, cuando pones a alguien en una posición de autoridad, aunque sólo sea para controlar la entrada en un cine, se pone inmediatamente la gorra y empieza a mandar. Quizás esto es lo que nos ocurre: no entendemos qué significa respetar la libertad de los demás, y queremos que sean libres «tal como yo lo quiero».
Me parece que, en el fondo, la oposición a la educación diferenciada nace de un modelo antropológico (perdón por el palabro) distinto (y, en mi opinión, equivocado). Veo con frecuencia argumentos por el estilo de «si los niños y niñas aprenden por separado, no se entenderán, se crearán estereotipos, acabarán enfrentándose,…», «la única manera de que aprendan la verdadera libertad y responsabilidad es que estén juntos todo el día», y cosas así. A la vista de ello, parece lógico esperar, por ejemplo, que la violencia de género se dé principal, si no exclusivamente, entre personas que proceden de la educación diferenciada. Pero, obviamente, éste no es el caso, aunque solo sea porque la educación mixta es ampliamente mayoritaria en nuestro país desde hace muchos años. Por si esto no fuera suficiente, mi padre y mi madre se formaron en escuelas single sex y fueron un maravilloso matrimonio, que convivieron muy bien. Y esta experiencia, me parece, se viene repitiendo desde hace siglos, muchos siglos. ¿Que ha habido maltratadores? Sí, claro. Y personas maravillosas. Luego si de un grifo sale agua dulce y salada, la culpa no debe estar en el grifo.
Decía que el problema está en la idea de persona. Lo que hay detrás de algunas posiciones contrarias a la educación diferenciada me parece que es una concepción equivocada de cómo se desarrollan las virtudes, a diferencia de los hábitos. Vivir todo el día con chicos y chicas mezclados puede producir unos hábitos de convivencia, pero las virtudes exigen algo más. Una persona individualista y egoísta, por mucho que haya aprendido a convivir con otras, seguirá yendo a la suya. Una persona generosa y altruista se preocupará por otras personas, aunque nunca se haya encontrado con ellas.
Curioso tema… estudié en el Sagrado Corazón, colegio privado «mixto» de monjas italianas en Melbourne… hace casi 40 años eso sí era «innovación» (aunque solo el concepoto… la realidad era otra) aunque era un colegio mixto, se cuidaban muy mucho de que no nos mezcláramos en exceso con los chicos… Luego de adolescente y ya en españa estudié en modo «solo para chicas»…
Por contra mis hermanas acudieron siempre a un colegio de «solo chicas»… y no podría decir que existan diferencias significativas entre ellas y yo…
Me parece que exageramos o simplificamos demasiado el análisis cuando buscamos «culpables» de algunas cosas… las personas somos personas (y no digo que no existan factores influyentes, que sí que existen) pero sinceramente, como indicas, el que ha aprendido a ser de una forma (genes + circunstancias + educación familiar) difícilmente le va a cambiar el hecho de estudiar rodeado de un sexo o de dos… Personalmente me preocuparía más por el tipo de educación… por la motivación y entusiasmo de sus profesores en hacer de ellos personas inquietas, curiosas e inteligentes… y «rezaría» para que sus padres se llevaran lo suficientemente bien como para que la educacion de sus hijos fuera un tema bastante hablado entre ellos para establecer unos objetivos claros al respecto. A partir de ahí… la suerte estaría echada… no hay nada infalible en estas cuestiones…
p.d. el maltrato es fruto de la «inseguridad personal» nada que ver con el entorno de la educación y mucho que ver con el trato familiar a temprana edad.
Claro. De acuerdo.