The Family Watch recoge la noticia de que 1,6 millones de personas pidieron ayuda a Cáritas en 2010 (ver aquí). No hace falta profundizar mucho para darnos cuenta de que la crisis y la recesión está poniendo a muchos hogares contra las cuerdas. Y recordemos que el margen de maniobra de una madre soltera sin empleo, de un jubilado o de un inmigrante puede ser muy reducido. Y que, habitualmente, no son culpables de su situación.
Sólo sacaré dos conclusiones. Una: la primera prioridad de un país en nuestras actuales circunstancias tiene que ser la atención a esas personas. Ya he explicado otras veces que no se trata de preservar el estado del bienestar tal como lo hemos desarrollado hasta hoy: una familia con ingresos suficientes debe atender a parte de los costes de ese estado del bienestar, más allá de lo que diga la ley, precisamente porque hay otros que no pueden hacerlo. Claro que esto puede llevar a la cultura de «vivir del desempleo» o de abusar de la sanidad pública. Pero el remedio no está en abandonar a los verdaderamente necesitados en un estado de pobreza.
Y la segunda: al presentar las cifras mencionadas antes, Cáritas menciona «la falta de ayudas públicas para los más vulnerables». Lógico, si estamos en el fondo de una grave crisis, que afecta primero al gasto público. Pero por eso hace falta, primero, llevar a cabo una reordenación del gasto público, racional y, sobre todo, justa. ¿A costa de los sueldos de algunos funcionarios, o de los impuestos de otros ciudadanos? Si hace falta, sí, claro. Y segundo, en el planteamiento de nuestro futuro «modelo» económico, hay que dar entrada al «tercer sector», ya que no les van a llegar los fondos públicos, ni las hasta ahora generosas aportaciones de las cajas de ahorro. Claro que esto también exige un esfuerzo por parte de las entidades del tercer sector, para adaptarse a las nuevas circunstancias.
Lamentablemente yo conozco a una nueva «estirpe» de pobres. Los que yo denomino «nuevos pobres».
Un nuevo espectro social compuesto por extrabajadores -algunos en puestos de alta responsabilidad- que por desgracia han perdido sus ingresos y se encuentran con niveles de endeudamiento muy alto y con ingresos mínimos. Gente que en la «gran época» adquirió una, dos y en algunos casos más viviendas y que hoy en día no pueden pagarlas.
Para mi, eso es otro tipo de pobreza existente en la actualidad «camuflada» porque los pobres disponen de un patrimonio que los atenaza.
Un saludo a todos.