En una carta al Financial Times de hoy, Johnny Munkhammar, del Partido Moderado sueco, saca a colación, una vez más, el tema de los estímulos keynesianos a la economía (ver la carta aquí, en inglés). Munkhammar recuerda, con buen criterio, que «el crecimiento no lo crean los gobiernos, sino los emprendedores, los inversores y los trabajadores, pero la deuda pública es un producto del gobierno. Y resulta peor cuando el gobierno gasta más».
Ya he recordado otras veces que, a corto plazo, no conviene reducir el endeudamiento público demasiado rápidamente (ni el de las familias, ni el de las empresas, ni el de los bancos,…), porque esto conduce a una recesión, que suele agravar el problema del exceso de deuda. Pero a largo plazo está claro que la clave de la prosperidad la tienen los protagonistas que la carta cita: empresarios, inversores y trabajadores.
El problema es que el largo plazo no es algo independiente del corto, sino que es su continuación. Y la tentación política consiste en adoptar políticas a corto plazo, sin poner los medios para garantizar que, a largo plazo, volveremos a comportarnos como nos conviene.
Visto lo visto está claro que, como siempre, en el término medio está la virtud. Ni las políticas de gasto desmesurado ni las de austeridad extrema han servido.
Creo que ahora mismo la única opción es mantener una posición seria y fuerte y así generar confianza para tratar de estabilizar los mercados.
La gran pregunta ahora es qué modelo de crecimiento tiene que seguir España y la respuesta vendrá sola si somos capaces de establecer un entorno propicio para emprendedores, inversores, etc.
Saludos Antonio