Leo en New York Times Review of Books un artículo sobre un monumento que se ha erigido en Noruega, como memorial de las víctimas de la caza de brujas que tuvo lugar en Vardo, una pequeña localidad al norte del país, entre 1621 y 1623 (ver artículo aquí, en inglés). El artículo empieza hablando de la petición de perdón y de los horrores de las épocas pasadas, para luego centrarse en la motivación principal del monumento, que es la promoción del turismo en una zona poco desarrollada del país. No me parece mal: al menos, que las víctimas del pasado nos den de comer en el presente.
Aquí quería hacer un comentario rápido sobre los crímenes cometidos en el pasado, que son muchos. Si a alguien le queda alguna duda, que lea Guns, Germs and Steel (Londres: Vintage – Random House, 1998), un libro de Jared Diamond sobre la historia de la humanidad, y comprobará que siempre hemos hecho lo mismo: matarnos unos a otros, casi siempre por razones tan rastreras pero tan explicables y humanas como poder comer un cocido caliente de vez en cuando, o evitar que los vecinos se coman el nuestro.
Da la impresión de que ahora estamos cambiando, y que la preocupación por la paz se generaliza. No está mal, después del sangriento siglo veinte, y de los todavía sangrientos episodios de los últimos años, incluyendo 2011 (Libia, Siria, Somalia y un largo etcétera). Nos parece que somos mejores personas, pero los hechos no confirman esa buena impresión que tenemos de nosotros mismos. Claro que siempre nos cabe la posibilidad de decir: «esto lo hacen los demás, pero yo no».
Y esto me lleva a la conclusión que sugiere el título de este post. Es verdad que vamos acumulando conocimientos y buenos sentimientos. Pero esto no basta. Las matanzas de los nazis y los comunistas de Rusia, China, Cambodia y otros lugares las provocaron líderes «cultos», al menos relativamente cultos. Cada generación, y cada uno de nosotros, debe aprender cómo convivir con los demás. Los conocimientos nos ayudan, y las leyes, y las instituciones, y los acuerdos internacionales, pero, al final, cada uno de nosotros, y cada comunidad humana, debe sacar sus propias conclusiones, y vivir en consecuencia. ¿Monumentos a las víctimas? Sí, bien. Pero que nos lleven a conclusiones operativas. En el Evangelio, Jesús ya reprochaba a aquellos que edificaron monumentos a los profestas asesinados, porque… seguían pensando como los asesinos.
Totalmente de cauerdo, pero debo acotar que acumular conocimientos no sirve de mucho cuandono vandela mano de acumular valores y virtudes, ya sabemos que no es lo mismo ser instruido y ser educado. Alemania en la època de los nazis se supone era la más «educada» de las naciones y eligieron a Hitler, lamentablemente sólo era la más instruida no la más educada…si cultivaáramos más de esos valñores de solidaridad, hermandad e igualdad y virtudes como bondad,candor, y justicia por citar alguans tal vez podríamos ver más de aquellos que dicen los demás hacen «yo no»..