Por qué los economistas no nos ponemos de acuerdo

¿Por qué los economistas no nos ponemos de acuerdo? Algunas ideas:

  • Porque funcionamos mediante escuelas de pensamiento. Es nuestra manera (gremial) de actuar. Si eres un estudiante de doctorado y quieres que tu jefe te mire con buenos ojos, tienes que defender los supuestos de partida que él sostiene; si no, no tienes mucho futuro. Y esto vale para la economía y para otras muchas ciencias.
  • Porque tenemos distintas maneras de entender la naturaleza humana y la acción humana. Si te han enseñado en la universidad que el ser humano es egoísta, actúa siempre por interés propio, sus preferencias están dadas,… seguirás pensando así, aunque esta no sea una buena descripción de lo que es un ser humano.
  • Porque discrepamos sobre cómo funciona la economía. Y es que nuestra primera materia tiene un grave inconveniente: es un ser humano libre y, por tanto, impredecible. Si subes los impuestos, la gente puede reaccionar trabajando menos… o más, o unos cuantos reaccionarán de una manera y otros de la otra, pero no sabemos cuántos, ni por qué,…
  • Porque, aunque compartamos teorías, no estamos de acuerdo sobre la magnitud de ciertos parámetros. Si el gobierno emplea medidas de estímulo fiscal, ¿qué impacto tendrá esto sobre la demanda de consumo? Hay respuestas para todos los gustos. Y, claro, nuestro apoyo a la medida será distinto si pensamos que el impacto será muy grande… o muy pequeño.
  • Porque tenemos distintas preferencias políticas y valores morales. Teóricamente, la economía debería ser inmune a esas preferencias (eso es lo que nos intentaron vender en la universidad), pero, claro, la vida funciona de otra manera. Si me parece que la desigualdad en la distribución de la renta es elevada y perniciosa, lógicamente miraré con simpatía un impuesto progresivo sobre la renta, aunque reconozca sus efectos negativos, pero si me parece que la desigualdad es inevitable, y que más bien es buena para favorecer el crecimiento económico, entonces me fijaré mucho más en los inconvenientes de un impuesto progresivo.
  • También hay mucho de arrogancia en nuestras posturas: exceso de confianza en nosotros mismos. Y de voluntarismo: hay que hacer algo, lo que sea,… Quedarse quieto no suele ser una opción que contemplemos con simpatía, aunque a veces sea la más apropiada.
  • Y resistencia a aceptar ideas contrarias (esto es muy humano). Por ejemplo, ideas que vienen de otras disciplinas: mira que si ahora, a mi edad, tengo que empezar a entender de psicología, de sociología, de ciencia política,… ¡uf!
  • Y si nos equivocamos al hacer predicciones, la razón es muy sencilla: no sabemos hacerlas (al menos, no sabemos hacer predicciones acertadas). Porque nos falta información, principalmente, y porque, si la tenemos, no sabemos que hacer con ella, a la hora de convertirla en un cifra exacta, que es lo que nos piden los políticos, los ciudadanos y los medios de comunicación.