Chapeau por la labor de Forética en la promoción y desarrollo de la Responsabilidad Social. Pero me parece que a veces se pasan. Germán Granda, su Director General, ha manifestado que «La responsabilidad directa de la estrategia de RSE debería recaer como mínimo en una Secretaría de Estado» (ver noticia aquí). No lo veo, quizás porque me acuerdo de las «leyes de Parkinson», un divertido libro de C. Northcote Parkinson publicado hace varias décadas. Una de esas leyes era que todo funcionario se esforzará, probablemente con gran eficiencia, en disponer de un abultado presupuesto, aumentar la plantilla a sus órdenes y construir un volumen de trabajo que justifique lo anterior. Y eso sería un desastre ahora, cuando estamos protestando porque cierran los hospitales, que parecen algo más necesario que una Secretaría de Estado de RSE.
Las propuestas de Forética tienen, claro, aspectos interesantes. Incrementar el nivel de conocimiento de la RSE en la empresa y los ciudadanos (pero para eso no hace falta un Secretario de Estado). Fomentar la RSE vinculada al crecimiento y la competitividad,… (tampoco hace falta un Secretario de Estado, con todo su cortejo de Directores Generales, Subdirectores Generales, funcionarios, asesores, etc.). Mejorar la reputación de España (idem). Coordinar las políticas de las Comunidades Autónomas (lo que faltaba: 27+1 políticas de RSE). Fomentar la transparencia de aspectos no financieros (tampoco hace falta la Secretaría de Estado, me parece). Y así con otras cosas, todas muy deseables.
Hace un rato he escrito otro post sobre la «nueva manera» que las empresas deben desarrollar en sus relaciones con el gobierno. Me parece que vale también para los que promovemos y predicamos sobre la RSE. ¿Sirve todavía el modelo de los años de la burbuja: subvenciones, premios con dinero público, campañas pagadas con fondos oficiales, creación de Consejos Estatales y Secretarías de Estado? Sospecho que no. Pues… ¡la imaginación al poder!