La prensa comenta hoy que Rajoy ha puesto un plazo de seis meses a los llamados «agentes sociales» para llegar a un acuerdo sobre la reforma laboral. Me parece demasiado tiempo, por dos razones. Una, externa: los mercados (y nuestros socios de la Unión Europea) no esperarán tanto tiempo a que España clarifique su futuro. Otra, más importante, interna: el país necesita definir las reformas en un plazo mucho más breve. El anuncio de una reforma laboral creíble, basada en objetivos y en prioridades bien establecidas y en medidas apropiadas, distribuidas a lo largo del tiempo, es muy necesario para hacer ver a los ciudadanos, primero, que hay alguien el timón del barco; segundo, que la prioridad en la creación de empleo es clara, y tercero, que se ponen los medios para que las empresas (que son las que tienen que crear ese empleo) estén en condiciones de hacerlo.
Me parece muy bien que se proponga el acuerdo social como base para la elaboración de las políticas económicas. Pero llevamos ya mucho tiempo en que no ha habido acuerdos que merezcan ese nombre, ni capacidad para conseguirlos, ni voluntad por parte de los llamados «agentes sociales». Por tanto, es la hora del diálogo: que se escuchen unos a otros y que cada uno presente sus propuestas. Pero luego que decida quien puede y debe hacerlo.