Un buen artículo de Ramón Tremosa (verlo aquí, en catalán), titulado «El Banco Central Europeo no ha de comprar deuda pública de forma masiva», en la web del Centre d’Estudis Jordi Pujol. «La compra de bonos, dice, debería ser el último recurso, la última munición en la lucha contra la crisis». Estoy de acuerdo.
Tremosa recuerda que los mercados financieros somos todos: ahí están nuestros planes de pensiones, y buena parte de nuestro patrimonio financiero (si lo tenemos, claro). Y esas instituciones son más bien defensivas que agresivas. Lo que quieren es que les convenzamos de que podremos pagar los intereses de nuestra deuda y evitar que crezca de manera desordenada (no quieren que les devolvamos toda la deuda: simplemente, lo que acabo de decir), y que nuestros bancos no quebrarán (porque si quiebran nuestros bancos, nuestros gobiernos tendrán que salir en su ayuda y, en consecuencia, emitir deuda, de modo que nuestros gobiernos acabarán siendo insolventes).
Reconozco que hay demasiado ruido en el mundo económico (culpa de los economistas, más los políticos, más los periodistas, más todo el mundo, porque ya se ve que todos nos sentimos cualificados para decir la nuestra). Unos dicen que ya es hora de que Grecia abandone el euro; otros, que no se vaya, que nos arruina a todos; algunos piden que el Banco Central Europeo compre toda la deuda que haga falta; otros, que no la compre; unos piden austeridad; otros, gasto,… Siempre he creído que la sensatez y el sentido común son capaces de abrirse paso, pero quizás se lo estamos poniendo muy difícil.