Ese es el título de mi artículo de hoy en El Periódico. Es un artículo optimista, pero exigente.
Optimista, porque sostengo la tesis de que, al final, Europa (léase el Banco Central Europeo, la Unión Europea, Alemania y los países ahorradores de nuestro continente, etc.) saldrán en defensa de las maltrechas finanzas de la zona euro.
Exigente, porque sostengo que antes de que eso ocurra, los países periféricos tendremos que hacer los deberes. Me parece que la Europa de que hablo más arriba no está dispuesta a hacer más concesiones a países informales que, viviendo por encima de sus posibilidades, no han demostrado estar dispuestos a cumplir con sus obligaciones para con sus deudores. Por cierto, sigo leyendo en la prensa comentarios sobre el egoísmo de los países centrales, que quieren imponer sus tesis y sus intereses a los periféricos, olvidando que estos últimos se endeudaron con los primeros (los llamados «mercados»), es decir, adquirieron el compromiso legal y moral de pagar los intereses y devolver la deuda, cosa que, en estos momentos, algunos no están en condiciones de hacer.
En mi artículo falta un detalle, que podríamos calificar de pesimista. Cuentan de un gitano que estaba enseñando a su burro a vivir sin comer y, cuando ya casi había aprendido, va y se le murió el burro. La estrategia de Europa (pongan en orden su casa, antes de que nosotros les ayudemos) es excelente, siempre que no se nos muera el burro antes de hora. El peligro es el de una crisis bancaria súbita, que se escape del control del Banco Central Europeo.