En el último Comentario de la Cátedra «la Caixa» de Responsabilidad Social de la Empresa y Gobierno Corporativo del IESE hago un «Elogio de la ineficiencia» (verlo aquí). Ya se ve que lo que pretendo es provocar.
Porque la eficiencia es muy importante, pero… a menudo, lo que consideramos ineficiencias en las organizaciones no son tales, sino muestras de que las empresas son comunidades de personas, que tienen sus objetivos personales que la organización debe aceptar, no solo si no perjudican a los objetivos de la empresa, sino porque esos objetivos personales son la condición que ponemos las personas para colaborar en la organización. Por eso hablar del partido del domingo pasado, o «perder el tiempo» con un compañero para preguntarle por su familia, no son eso, «pérdidas de tiempo», sino maneras de conseguir «otros objetivos», como hacer amigos, pasarlo bien y ayudar a ser felices a los demás, sin los que la empresa no podría salir adelante.
Claro que hay ineficiencias que son ineficientes, porque no sirven ni siquiera para esa socialización que he puesto como ejemplo de lo que todos buscamos en las empresas, aun que sea a costa de un poco más de eficiencia. Esas ineficiencias han de ser combatidas; las otras, las «buenas ineficiencias» han de ser cuidadas… siempre que no pongan en peligro los objetivos importantes de la organización.
Totalmente de acuerdo con lo que comentas. De hecho, en una empresa en la que trabajé hasta el año pasado, nos solía ocurrir lo mismo: cuando pasábamos hablando 5 minutos de algún tema no específicamente laboral, el jefe nos daba «un toque» para que estuviéramos en lo nuestro.
Personalmente creo que ese pequeño tiempo de «descanso» nos servía para desconectar de nuestro trabajo (con el ordenador todo el día, programando, administrando sistemas, bases de datos) y para tomar fuerzas para seguir. De hecho, si no nos tomáramos un momento para hablar con los compañeros, estoy seguro de que seríamos más ineficientes aún, por el cansancio físico y psicológico sobre todo que eso conllevaría.
Aunque, como dices en el texto de la cátedra, también hay casos en los que esa ineficiencia es mala (directivos que no saben qué hacer porque las tareas «mecánicas» se las hace un becario y no tienen ganas de seguir pensando, personas que salen a fumar 10 veces en una mañana, etc…).
Habrá que convencer a muchos de las virtudes de la «ineficiencia», pero con la fama que tenemos en España, y las comparaciones que siempre nos hacen con otros países europeos sobre la productividad, será difícil.