El título de este post viene de una frase con la que Tip y Coll solían acabar muchos de sus sketchs: «el próximo día, hablaremos del gobierno».
En este país, y en otros muchos, los sindicatos están necesitando una refundación. No voy a entrar ahora en el recordatorio de la crisis que les afecta, por la pérdida de afiliados, el descrédito al que se han visto abocados por sus actitudes durante la crisis, la falta de coincidencia con lo que los ciudadanos piden,… Cuando una empresa se encuentra sin producto, sin mercado, sin financiación y sin estrategia, lo que hace es poner de patitas en la calle a sus directivos y buscar otros nuevos. Y si son los propios directivos los que se dan cuenta del problema, se ponen a trabajar frenéticamente para superar su crisis. Recordar viejos éxitos no suele ser la mejor manera de plantearse el futuro.
Releía hace unos días un trabajo (verlo aquí, en inglés), ya no nuevo (es de 2006), de Michael Wachter, un profesor de la Universidad de Pennsylvania, que ayuda a entender el por qué de la crisis sindical, aunque en un contexto muy distinto, el norteamericano. Wachter señala que los sindicatos prosperaron cuando el gobierno y la sociedad norteamericanos se hicieron corporativistas, es decir, contrarios a la libre empresa, incrédulos del papel de la competencia, más interesados en poner de acuerdo a empresas, gobierno y sindicatos que en mejorar las oportunidades de los ciudadanos. Pero esto se acabó hace años. Ahora, corporativismo suena a fascismo o a sindicato vertical.
No sé si los sindicatos de aquí, atrincherados en una legislación anticuada y nada favorable a los ciudadanos (en particular, los parados, los que tienen contratos temporales, los recién llegados al mercado de trabajo o los que lo harán dentro de poco, etc.), están en condiciones de hacer, ellos solos, la reflexión crítica que necesitan. Me parece que tendremos que ayudarles entre todos.