Hay dos maneras de entender la economía. Una es la macroeconómica, a la que nos hemos acostumbrado (y que yo llevo ya no sé cuántos años enseñando): el consumo depende de la renta permanente, la inversión depende de los tipos de interés, las exportaciones dependen del tipo de cambio real,… Es una manera sencilla de ver las cosas. Es la que nos lleva ahora al pesimismo. 2012 va a ser un año horrible, otro año horrible, porque las variables macroeconómicas están en contra nuestro. Y, para rematar el asunto, ahí están las medidas de fin de año para reducir el déficit del presupuesto. Es la visión del médico que, a la vista de nuestros análisis y radiografías, nos dice que esto no pinta nada bien.
La otra manera de ver las cosas podríamos llamarla microeconómica, pero no me acaba de convencer, porque la microeconomía que enseñamos es, a menudo, tan abstracta e impersonal como la macro. Por ser optimista, la llamaría la economía de base personal, o familiar, o de grupos reducidos. Es el punto de vista del médico de cabecera, que nos dice que es verdad, que las ecografías y los escáner no son buenos, pero que no nos preocupemos, que saldremos de esta. No es voluntarismo, sino que se fija en otras variables.
En el caso de la economía, la visión optimista para 2012 vendría por aquí, por el lado personal. Sí, es verdad que la demanda no repuntará (al menos a principios de año), que la incertidumbre seguirá siendo alta, que la prima de riesgo no será favorable,… Pero, si el gobierno toma las medidas oportunas (cruza los dedos, toca madera, reza lo que sepas), podemos empezar a cambiar nuestra cara: sí, todo está mal, pero… me parece que ya se ve la salida.
La clave está entonces en las reformas. Una oportuna reforma laboral devolvería el optimismo a las empresas: si las cosas son así, en el futuro podré contratar más gente. Una reforma de la competencia animaría a algunos emprendedores a hacer cosas nuevas. La reforma fiscal que vendrá después de los ajustes del presupuesto (y que ya habría que ir anunciando en 2012) ayudaría a pensar que volveremos a tener oportunidades para el trabajo, el esfuerzo, el ahorro y la inversión,… O sea: veo un 2012 horribilis, pero con la gente recuperando la sonrisa.