Mi último artículo del año en El Periódico trató de «Un papel para España en Europa» (verlo aquí). Sí, ya sé que hay que hacer ahorros, que eso de estar presente en Europa es una lata, que hay que ir a reuniones que no interesan a nadie, que hay que perder el tiempo,… Vale. Pero hay que estar. Porque es en Europa donde se cuecen las ideas (buenas y malas) que luego se transformarán en reglamentaciones europeas.
Mi tesis es esa, que hay que estar, que hemos de ser conocidos en Bruselas (y en París, y en Londres, y en Berlín, y en Roma,…). Hay que estar en el origen de las ideas. Es más: hay que sugerir ideas. El primero que elabora un borrador tiene muchas posibilidades de hacer casi todo el trabajo. Una lata, claro. Pero muy eficaz: los demás se apuntan al trabajo que uno hace. Y si uno lo hace bien, y con ganas, los demás se aprovechan. Y al final, el que trabaja es uno, y el mérito es de todos,… pero las ideas son del que las puso en el borrador.
Y hemos de estar todos. El gobierno, claro. Rajoy no tendrá mucho tiempo (ni me parece muy ilusionado con la idea de pasarse muchos ratos en Bruselas), pero sí que tendrá que envia a su gente allí. Y luego debemos estar todos. Los bancos, porque han de explicar las peculiaridades del sistema financiero español (en el artículo explico que, si hubiesen estado a la hora de discutir los tests de estrés o las reformas bancarias, las cosas habrían ido de otra manera para nosotros). Y las universidades. Y las empresas, sobre todo los sectores,…
Yo creo que una buena idea es la de promover la iniciativa masiva; si las grandes, medianas y pequeñas empresas tienen la espada de damocles pendiente sobre sí ¿por qué no dar impulso a la iniciativa individual?
En el nuevo siglo, eso es lo que ha generado los grandes monstruos para los que la crisis no existe; Google, fb, tw y demás…