Leo que Fedea, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, urge al gobierno a hacer ya su reforma laboral: no retoques menores, sino la reforma profunda. Lo hizo en la presentación de sus «Diez principios fundamentales para lograr una reforma laboral eficaz y justa». No puedo estar más de acuerdo.
La patronal y los sindicatos «no han tenido tiempo» para llegar a un acuerdo. Claro, la crisis estalló solo hace cuatro años. Pobres, no han tenido tiempo de pensar lo que es bueno para los españoles. Ahora esperan que el gobierno haga lo que ellos no fueron capaces de hacer, para poder decir luego que el gobierno ha llevado a cabo una reforma injusta e ineficaz.
La reforma es urgente, también por una razón. El gobierno ha mostrado que no le tiembla el pulso a la hora de tomar medidas duras contra el déficit público. Esas medidas son contractivas, por lo que hace falta acompañarlas de otras expansivas. Estas no pueden ser las keynesianas tradicionales, de mayor gasto público, por la sencilla razón de que «el» problema es el déficit público: no hay dinero para gastar más (parece que algunos todavía no se han enterado). Lo que ahora puede devolver la sonrisa a los españoles no es un nuevo Plan E, sino la perspectiva de que nuestros grandes problemas van a resolverse.
La reforma laboral debe devolver a las empresas la confianza necesaria para que vuelvan a crear empleo. No ahora, sino cuando lo necesiten. Y no un empleo «subvencionado», sino natural. Por eso, el gobierno ha de ir combinando palo y zanahoria. Palo: ahora reduzco el gasto y subo los impuestos. Zanahoria: pero arreglo los problemas graves, profundos, de la economía española. Necesitamos la reforma ya, y a fondo, para que no nos arrastre la crisis.