En algún post de hace ya unos meses escribí sobre lo bueno que sería que los médicos, tan preocupados por su remuneración y por los recortes de los presupuestos públicos, hiciesen sugerencias sobre dónde se podría recortar el gasto sanitario sin reducir las prestaciones. Porque, seguro, aparecen ahí niveles de despilfarro elevados. Por eso me ha gustado leer en el ABC de ayer a Francisco Kovacs, médico e investigador de dolencias de espalda, que afirma que «se está derrochando un 30% del gasto sanitario en gastos inútiles». Menciona algunos casos: «en mi campo, el de las dolencias de espalda, los ultrasonidos y las tracciones son tratamientos que no sirven para nada, y los ofrece la Seguridad Social. Y en la fase del diagnóstico hay un pernicioso exceso de resonancias».
Kovacs echa buena parte de la culpa a las empresas del sector y a la pasividad de la administración. Leyendo el artículo, me acordaba de un caso norteamericano: una empresa más que centenaria, Lincoln Electric Company, primer fabricante mundial de productos de soldadura. Los salarios de los empleados de la Lincoln eran ultragenerosos, pero se los ganaban. Cuando alguien quería una promoción, debía presentar una propuesta de mejora de algo, desde un producto o una fábrica hasta la manera de llevar la contabilidad de los clientes o un nuevo método de formación del personal on-line. Claro, cada año se presentaban miles de propuestas para mejorar el rendimiento y evitar el desperdicio.
No pretendo que convirtamos a nuestros médicos y enfermeras en denunciantes de despilfarros. Pero sí me parece que los incentivos cuentan. Incentivos económicos, como sueldos o promociones, en el caso de la Lincoln, pero también otros, como un reconocimiento en la web del hospital o un párrafo en la revista del servicio de salud de la comunidad autónoma. O, como proponía en aquel artículo que he citado antes, usar esas propuestas como arma de negociación: si un médico propone al hospital un ahorro de cien mil euros, en forma de menor despilfarro, quizás podemos mantener la remuneración del colectivo en un porcentaje de aquella cifra. O, dicho de otra manera: si no quieres que te recorten el sueldo, haz sugerencias sobre de dónde sacar el dinero necesario para ello.
Tras leer las declaraciones del presidente del colegio de médicos de Valladolid, creo que estamos sembrando en saco roto. Relamente sus declaraciones podrían haber sido firmadas por cualquiera de los representantes de los sindicatos subvencionados que mantenemos entre todos. De todos modos, hay que seguir predicando, nunca se sabe dónde ni cuando vamos a ser capaces de encontrar terreno fértil.
Un saludo;