«No quieras hablar de corrupción, me dijo un amigo hace tiempo. Los que lo necesitan, no vendrán, y los que vengan, no lo necesitarán». No le hice caso, y ayer tuve una interesante sesión del Programa de Continuidad del IESE en Barcelona, compartida con Jordi Sellarés, Secretario General de la Cámara de Comercio Internacional en España. El título era «¿Cómo pueden protegerse las empresas en entornos corruptos?». Y claro, así se entiende que viniesen los convencidos. Porque no se trataba de animar a los escépticos, sino de dar ideas a los que, de verdad, quieren no ser corruptos.
La sesión giró alrededor de dos documentos, que recomiendo al lector: Las «Reglas de la Cámara de Comercio Internacional para combatir la corrupción» (verlas aquí, en castellano), y «RESIST: un instrumento para hacer frente a la corrupción y a la incitación al soborno» (aquí, también en castellano). Las Reglas son un buen instrumento para saber de qué va y saber lo que hay que hacer. Y el RESIST es una herramiente para la formación de directivos y empresarios: un conjunto de «casitos» para discutir con los que están «a pie de obra», para que sepan, primero, por qué deben decir que no a la extorsión; segundo, cómo evitar que les hagan una extorsión, y tercero, cómo deben comportarse si son objeto de una extorsión.
Si tuviese que resumir la sesión en dos ideas, lo haría así. Una: hay que tomárselo muy, muy, muy en serio, y me temo que muchas empresas dicen que sí, que bueno, que ellas no quieren pagar, pero… claro, si algún día hiciese falta, si fuese una cuestión de vida o muerte, si…: en fin, que no se lo toman muy, muy, muy en serio.
Y otra: si quieres la paz, prepara la guerra. Si quieres no caer NUNCA en la corrupción, monta un sistema de protección muy completo. ¿Sofisticado? No necesariamente. Pero haz un análisis exhaustivo de por dónde se te puede colar la corrupción, para proteger todos tus frentes.