Ayer viernes estuve aquí, en el IESE, en una reunión de empresarios con políticos, pero los que hablaban eran los empresarios. Excelente ocasión para aprender (los economistas no aprendemos de los libros, sino de los que saben). Algunas cosas que salieron allí, entre otras muchas:
- La importancia de la formación profesional. Se han hecho algunos programas prometedores, pero se han quedado en eso, en programas.
- A la hora de las políticas, mirar cómo están nuestros vecinos (en tratamiento fiscal, en regulaciones, etc.), porque hemos de competir con ellos. Bien, pero me gustaría que pensásemos más en cómo crear y desarrollar nuestras ventajas competitivas.
- Reducir la complejidad administrativa. Hace mucho daño, porque es un coste importante y totalmente improductivo (salvo, quizás, para los funcionarios y políticos, más preocupados en guardarse las espaldas que en ayudar a sacar el país adelante).
- Reforma laboral: acortar la ultraactividad de los convenios colectivos. Dos años desde que se denuncia un convenio, que a lo mejor lleva ya muchos años de vigencia, hasta que el convenio pierde vigencia si no se ha firmado otro, son demasiados.
- Coordinar, si no uniformar, regulaciones entre Comunidades Autónomas. Eso de sentirse distinto debe dar mucha satisfacción a las autoridades de la Comunidad, pero aumenta mucho los costes de las empresas.
- Logística. No estamos en el centro del mundo, y hemos de llevar nuestros bienes y servicios a otras partes.
- Apostar por la eficiencia energética. Claro, digo yo, que también habrá que hacer una reforma energética, que necesitamos como el aire que respiramos.
- ¿Qué hacemos con una economía sumergida del 20% del PIB? ¿Dónde está la justicia, la eficacia, la transparencia,…?
- Reformar las universidades. Claro.
Al final, hubo unas cuantas intervenciones que me parecieron muy oportunas:
- La responsabilidad de las empresas va más allá de crecer y ganar dinero. Hay que adquirir compromisos en creación de empleo, medio ambiente y otras muchas cosas.
- No nos quejemos tanto (supongo que quejarse un poco es admisible, pero bueno, ya basta).
- Hagamos piña. Hay que colaborar con las demás empresas (y con toda la sociedad).
- Fijémonos prioridades, y pongámonos manos a la obra ya.
- Optimismo y espíritu de superación. Si no lo tienen los empresarios, ¿a quién se lo pediremos? ¿A los jubilados? ¿A los niños de pecho?
- Tener más confianza en nuestras posibilidades.
Creo que hay un ejemplo de lo que pueden hacer los políticos por la reactivación de la economía.
Sin ser experto, me parece que la medida del Ministerio de Economía para pagar las deudas de las Administraciones Públicas sus proveedores de un plumazo es verdaderamente creativa.
Algo así habría que pedirles al resto de ‘actores’ de la actividad económica.
Un apunte sobre la formación profesional. La solución que sea es URGENTE. En la Comunidad Valenciana, donde vivo, el 73% de los parados inscritos en el servicio público de empleo a 31 de diciembre sólo tiene la enseñanza obligatoria (terminada o no).
Con respecto a lo del 20% de PIB sumergido, me alegro de que gran parte de la cifra no financie lo que nunca se financiaría en «La Ciudad de Dios» de San Agustín.
Si es que, querido profesor, «En un Estado Criminal, la cárcel es la casa de los justos», prefiero la casa de los justos.
Parte de mi dinero no va a servir para «desnaturalizar» la Ley Natural que es la fuente de la conciencia, la verdad y el bien.
«La verdad os hará libres» contra lo que ZP decía: «La libertad os hará verdaderos». Lo dicho, con ese 20% nuestros fariseos tienen menos margen.