El Institute of Business Ethics de Londres publicó recientemente un listado de los fallos éticos de las empresas del Reino Unido (o multinacionales con negocios en ese país) en 2010-2011, tal como han aparecido en la prensa (ver noticia aquí, en inglés). De 928 casos detectados, 295 se refieren al mundo de las finanzas, seguidos de lejos por el comercio al por menor (88), la tecnología (84), las industrias extractivas (77), las manufacturas (56), etc. Y, por temas, va en primer lugar la corrupción, el soborno y el fraude (148 casos), los conflictos por la remuneración de directivos (120), problemas de gobierno corporativo (118), competencia desleal (98) y precios justos (77).
El documento señala la continuidad de los problemas (¿esperaban otra cosa?) y se alegran del menor número de casos. El número de problemas de corrupción, soborno y fraude se ha duplicado entre 2010 y 2011, pese a una nueva ley vigente en el Reino Unido desde 2010. Concluye que queda mucho por hacer «a la hora de incorporar efectivamente los mecanismos anti-corrupción y anti-soborno en la cultura» de las empresas. Claro que queda mucho por hacer, pero no solo en la aplicación de mecanismos: mientras nuestra sociedad (o la británica, que tanto da) siga poniendo por delante los beneficios, la remuneración y el «todo vale«, no avanzaremos mucho.