Hace un par de días me referí a este tema en una entrada de mi blog (verla aquí). Hoy leo un artículo de mi colega del IESE José Luis Suárez en El Economista de ayer, con el título «La financiación de la empresa en 2012″, que me ha gustado mucho. ¡Claro, si el que escribe sabe, es lógico que te guste el artículo!, me dice el lector. Pues eso.
El profesor Suárez desarrolla tres tesis en su artículo. La primera, referente a las empresas españolas: si tienen altas necesidades de fondos no es porque los necesiten para crecer (por ahora), sino porque son menos rentables que las europeas (generan menos fondos) y son más ineficientes (necesitan más activos que las empresas europeas para sostener un mismo volumen de ventas). Moraleja: menos quejarse de que no hay financiación externa, y más poner la casa en orden. Porque con autofinanciación la falta de crédito bancario se nota menos.
Segunda tesis: las empresas españolas que acuden a los mercados de bonos encuentra financiación, en cantidades suficientes y a tipos de interés aceptables. El problema aquí es que muchas empresas no tienen rating, que es necesario para emitir bonos. Moraleja: si quieres financiarte con bonos, visita a las agencias de rating.
A menos que los bancos te den crédito. Pero aquí viene la tercera tesis del profesor Suárez: la banca tiene problemas, ya conocidos: está muy endeudada, la calidad de sus activos es muy deficiente y el mercado para esos activos se ha reducido fuertemente. Además, la regulación bancaria penaliza el regreso de la banca al crédito. Moraleja: no confiemos en los bancos: no nos darán crédito, durante mucho tiempo.
Pienso que en estos casos lo primero que debe hacerse es un saneamiento riguroso de los planes de productividad de las empresas. Costos al mínimo posible de modo que por lo menos no afecte los niveles de producción, para así aumentar los márgenes gradualmente. De nada vale acceder al crédito si se siguen presentando los mismos «cuellos de botella».