La conveniencia de tener un plan

Este es el título de un artículo mío en El Periódico de hoy (aquí). El título lo dice todo: el gobierno debe tener un plan. Quizás lo tenga, pero no acaba de explicarlo a los españoles.

Un plan significa tener los problemas principales, como dicen ahora, «en la misma página», porque están todos conectados: reforma laboral, creación de empleo, pensiones, educación,… El gobierno tiene que señalar que está pensando sobre esos temas.

No todo a la vez, claro. El plan es a largo plazo: esto lo hemos hecho ya, esto lo haremos dentro de un mes, esto se queda para finales de año,… Es una manera de tranquilizar a los ciudadanos.

Y, claro, no sólo hay que decir lo que harán sino, al menos, por dónde irán los tiros: por ejemplo, la reforma fiscal dará más peso a estos impuestos y menos a los otros, etc.

Planificar escenarios. Esto ya lo he dicho otras veces. Si las cosas salen muy bien, el año que viene podemos tener un crecimiento de tanto y un déficit público de cuánto; si no salen tan bien, esto y lo otro; si salen mal, pues pasará esto y lo de más allá. Y si salen mal, tomaremos tales y cuáles medidas. Esto viene bien para los mercados, y también para los ciudadanos.

Y todo esto hay que contarlo: hacer pedagogía. Ahora hay mucho ruido: el gobierno tiene que gritar más fuerte, y dejar claro que lo que van a hacer y cómo.

Y los ciudadanos hemos de tener paciencia. Empezando por los medios de comunicación, que parecen histéricos a ratos. Los de fuera, claro, porque les toca. Pero los de dentro deberían ser un poco más serios. Y esto, una vez más, debe tenerlo en cuenta el gobierno.