«El PSOE propone que los sindicatos participen en la elaboraciòn y verificación de los informes de sostenibilidad» (aquí la noticia). Me preocupa que los sindicatos entren en la Responsabilidad Social (RS) de las empresas. En el pasado se manifestaron siempre muy reticentes contra la RS, porque ellos prefieren la legislación laboral y el convenio colectivo, no la actuación voluntaria de las empresas, en la que no pueden influir directamente. No se olvide que un sindicato es una agrupación voluntaria de trabajadores (o sea, de ocupados, habitualmente en grandes empresas o administraciones públicas, con contrato indefinido) para defender sus intereses y para presionar por la consecución de ventajas para ellos. Más allá de declaraciones bonitas, no han manifestado un verdadero interés en la promoción de la responsabilidad de las empresas ante todos sus stakeholders, porque, en definitiva, ellos solo representan a unos stakeholders, los empleados. Ni siquiere representan a los parados que, como es lógico, no están sindicatos, no participan en las elecciones sindicales y no tienen voz ni voto en las decisiones de los sindicatos.
La propuesta incluye también un paso adelante en la conversión de la RS en una conjunto de prácticas obligatorias: «las compañías tendrían que comunicar también a sindicatos…», «las empresas deberán hacer constar…» No me parece una buena práctica, y más en un periodo de recesión, cuando la reforma laboral (que esta propuesta, no lo olvidemos, trata de torpedear) trata de favorecer la creación de empleos. Y eso aunque la propuesta pretenda formar «parte de la modernización de las relaciones laborales y como estretegia de competitividad en la globalización de las empresas españolas».
Me parece que debemos clarificar que una cosa es la política laboral y otra, distinta, la RS de las empresas. Con frecuencia, nuestros medios de comunicación (sobre todo los que se dedican a la RS) mezclan las cosas, del mismo modo que confunden noticias de filantropía o de acción social con los temas de RS.