He publicado un artículo muy breve en Diálogos, una revista de la Pontificia Universidad Católica de Chile, sobre «El Estado en la Doctrina Social de la Iglesia» (número de mayo de 2012, p. 4). En él me pregunto por qué los expertos, los políticos, los medios de comunicación y los ciudadanos, incluso los católicos, no hacen caso a la Doctrina Social de la Iglesia católica sobre el Estado. Y señalo tres razones:
- Los conceptos de sociedad, persona y Estado que utiliza la Doctrina de la Iglesia no coinciden con los de las ciencias políticas y la economía. Estas parten de un concepto contractualista de la sociedad, en la que individuos autónomos se ponen de acuerdo mediante un supuesto contrato social para vivir en sociedad, de modo que se eviten los conflictos entre ellos y se fomente la cooperación, pero siempre con la idea, de corte individualista, de que todo eso está al servicio de cada individuo, sin ningún tipo de vínculo común más allá del propio interés. La Doctrina Social, por el contrario, parte del principio de que la persona es un ser naturalmente social, que tiene lazos más profundos que los del propio interés.
- Otra razón es el rechazo del mercado en algunas ideologías modernas, también entre los católicos, por razones que se suponen éticas. En estas condiciones, lo lógico es dar preeminencia al Estado como corrector de los defectos, profundos y graves, de la iniciativa privada.
- A veces la urgencia y gravedad de los problemas lleva a buscar la solución rápida, la intervención del Estado, sin considerar que esto fomenta el asistencialismo, la pérdida de autonomía de la persona, la renuncia a sus derechos y la menor consideración de su dignidad.