Con motivo de la propuesta de Hollande de volver a bajar a 60 años la edad de jubilación en Francia, algún medio de comunicación ha pedido que se armonice esto en Europa. Probablemente el periodista está pensando que le gustaría jubilarse a los 60, y que como en España las aguas no van (no pueden ir) por este cauce, sería bueno que la Unión Europea lo decretase.
Lo que no entiendo es por qué ha de hacerlo. ¿Qué ganamos con esto, si no es imponer nuevas restricciones a la libertad de los ciudadanos y de los países? ¡Qué ganas de regularlo todo! Es interesante constatar que, en el debate actual sobre la supervivencia del euro, uno de los argumentos que aparece es que el euro, o mejor, la Unión Europea, es un trapicheo de políticos, burócratas y expertos para controlarlo todo, regularlo todo y, según parece, armonizarlo todo. Y aunque esto no tenga que ver con la crisis del euro, tienen razón.
Hay que armonizar todo aquello que, cuando se aplica en un país, tiene efectos sobre otro país de la UE. Por ejemplo, las medidas sobre contaminación que pueden afectar al país vecino, o los ferrocarriles y las carreteras que traspasan las fronteras, o las normas sobre libertad de movimientos de capitales o de personas,… Pero no hace ninguna falta armonizar la edad de jubilación. Es más: sería contraproducente, porque, por ejemplo, un país con dificultades para cuadrar sus pensiones (como España) podría verse obligado a ser demasiado generoso. Y, claro, entonces debería pedir ayuda a la (también armonizada) estructura de ayudadores y controladores de la UE.