Ya hablé de esto hace unos días (aquí). Siempre han cerrado bancos, y no ha pasado nada. Salvo que la quiebra de un banco provoque la duda fundada sobre la solvencia de los demás bancos, en cuyo caso hay que evitar la primera, porque detrás de ella vendrán las demás o, al menos, una cadena de sustos que puede acabar mal.
Mi compañero del IESE Alfredo Pastor escribía el domingo 17 de junio en el suplemente «Dinero» de La Vanguardia un artículo claro e incisivo, como son los suyos, sobre «Economía en una lección». Alfredo hace notar que las políticas aplicadas en estos cinco años de crisis, al menos en el ámbito europeo, han ido dirigidas a un punto fijo: «las deudas se pagan en su integridad», al menos en el sector financiero (ya se ve que en los otros sectores esto no funciona). Debe ser por el poder del lobby financiero (esto lo digo yo, no lo dice Alfredo). O porque las cuentas de todos los bancos están tan interrelacionadas entre sí y con las de los gobiernos (la deuda soberana), que poner en duda la solvencia de un banco puede implicar el final de la financiación de un gobierno.
Por eso, Alfredo dice que «El rescate [de los bancos españoles] no es una ayuda […] Es un préstamo otorgado para obligarnos a que, si la banca [española] no puede pagar, sea el Estado quien lo haga», contra la lógica y la justicia de que, en una transacción privada entre un deudor y un acreedor, si el primero no paga, hay que tratar de buscar una solución, también privada, o, en última instancia, acudir a los tribunales, pero no hay por qué involucrar a los pobres ciudadanos del país que, al final, tendrán que hacer frente a las deudas del banco. Las razones de conveniencia para el rescate son eso, razones de conveniencia, pero deben valorarse con mucho cuidado.
Leo hoy un breve documento de la Fundación Ciudadanía y Valores, FUNCIVA, sobre «¿Y por qué no puede cerrarse una caja de ahorros?», escrito por Miguel Córdoba, que incide en el mismo tema (aquí). Y concluye: «No se puede seguir atendiendo en exclusiva a los mercados financieros y salvando entidades ‘zombies’, olvidándose completamente de los ciudadanos». De acuerdo.
despues de una charla abierta que se hizo el la seda de una libreria local sobre el tema de «la banca y nuestra responsabilidad», a la que asistieron unas 25 personas interesadas,lei por casualidad el articulo de antonio argandoñAa publicado el el heraldo de aragon el 17 de junio sobre la recapitlizacion de la banca.Soberbio el planteamiento de salvar a los acreedores de las entidades(ejemplo de familias japonesas que invierten sus ahorros en planes de pensones que luego se invierten en deuda soberana).Al final solo nos queda La RESPONSABILIDAD SOCIAL Y HUMANA de las personas cuando invieren sus ahorros.Gracias por su atencion.seguiremos en contacto