Esa pregunta me la ha hecho un amigo esta mañana: después de los acuerdos de la Unión Europea tomados ayer, ¿ya se han acabado los problemas de la economía española? Como siempre, la respuesta del economista es… depende. Depende de a qué problemas nos refiramos.
- ¿Es el fin de los problemas de la banca española? No. Simplemente, hemos encontrado alguien que nos va a prestar el dinero necesario para tapar los agujeros identificados hasta ahora en nuestros bancos, y probablemente algunos de los que, posiblemente, aparecerán en el futuro (porque, mientras la crisis continúe, no se podrá dar por cerrado el episodio de salvamento de nuestro sistema financiero).
- ¿Volverán los bancos a conceder crédito con generosidad? No. Por decirlo así, ahora podrán decir que «han hecho limpieza». Luego vendrá la tarea, nada fácil, de recuperar la confianza de los que les pueden prestar (nosotros, con nuestros depósitos y, sobre todo, los inversores internacionales con sus fondos). Y después podrá recuperarse el crédito. Que el enfermo esté a punto de salir de la sala de operaciones o de la UVI no significa que mañana pueda volver a hacer vida normal.
- ¿Se acabarán las presiones sobre la prima de riesgo española? Esas presiones tienen dos componentes. Uno es el rescate de los bancos: si vuelve una calma relativa en este frente, los mercados (y nuestros socios europeos, que tienen que garantizar nuestras deudas) volverán a la «presión normal» (si se la puede llamar así), en función de la solvencia del Reino de España, o sea, de cómo avancemos en el otro componente, el cierre del déficit público. Y, claro, en este frente pueden todavía estallar muchas bombas, desde unas cifras negativas sobre al déficit hasta dificultades para subir los impuestos o moderar los gastos, etc., sin olvidar posibles nuevos problemas en los bancos que, claro, despertarían el recelo hacia la deuda del gobierno, al menos hasta que los Fondos europeos tomen cartas en el asunto.
- ¿Se recuperará la economìa «real»? Bueno, hemos suavizado algunos elementos que actuaban contra esa recuperación, como la elevada prima de riesgo (y, por tanto, los tipos de interés), el fantasma de la quiebra de los bancos, las dudas sobre la solvencia del Reino de España,… Hemos reducido también un motivo de distracción para el gobierno y para las empresas, como esos titulares catastrofistas que leíamos en la prensa cada día (y que, no se hagan ilusiones, volveremos a leer cada día, porque malas noticias no faltan, y esas son las que venden). Y al haber reducido esos motivos de incertidumbre, hemos ayudado también a que las empresas puedan empezar a pensar si no valdría la pena quizás plantearse la posibilidad -no para ahora, claro- de llevar a cabo alguna inversión nueva, o de buscar un nuevo mercado… Y, como ya he dicho otras veces, esto será lo que nos sacará de la recesión.
Moraleja para directivos y empresarios: márchense de vacaciones (aunque sea a pasear por nuestras calurosas y polvorientas ciudades), que nos las hemos ganado. Vuelvan en septiembre, con algo más de tranquilidad y optimismo. Y, ahora sí, en serio, pregúntense: ¿qué vamos a hacer ahora? ¿Seguir esperando? ¿Qué o a quién? ¿Y si nos propusièsemos hacer algo? Y, a partir de esas preguntas, empiecen a descontar el comienzo de la salida de la recesión.
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