El pasado jueves publiqué en El Periódico un artículo titulado «¿Tranquiliza Europa a los mercados?» (aquí). En él trataba de explicar, una vez más, por qué los mercados financieros siguen inquietos acerca de la solvencia de España (de sus gobiernos y de sus bancos, de sus empresas y de sus familias).
Explico que los mercados se mueven por el futuro, no por el pasado; por tanto, las buenas noticias no cotizan más allá de unas pocas horas. Y también que los mercados funcionan como rebaño, es decir, cuando los demás venden, uno debe vender también, porque, si no lo hace, tendrá pérdidas que sus inversores rechazarán. Y como nadie les va a dar garantías de que cobrarán siempre y todo, los mercados seguirán nerviosos durante una larga temporada.
Como ya dije en otras ocasiones, los mercados miran no s0lo a España, sino también a Europa (la Unión Europea, la Comisión Europea, el Consejo Europeo, el Banco Central Europeo, los fondos de estabilización europeos,…). Y el problema es que todas esas instituciones europeas no están en condiciones de garantizar la deuda de los países periféricos. De modo que hace falta seguir trabajando. Por eso me parecieron bien las decisiones del último Consejo Europeo de junio, con sus proyectos de Unión Fiscal y Unión Bancaria, que contribuirán a corregir los errores de diseño de Unión Económica y Monetaria (la zona euro).
Y concluyo diciendo que lo que tenemos que hacer nosotros es seguir luchando por ofrecer un panorama favorable a la reducción del déficit público y facilitar la recuperación de la actividad económica interna.