Responsabilidad social, desde antiguo

Me regalaron hace unos meses una «Historia del Banco Popular [Español]: la lucha por la independencia», de la que son autores Gabriel Tortella, José María Ortiz-Villajos y José Luis García Ruiz. Aquí quiero referirme a uno de sus últimos capítulos, dedicado a la Responsabilidad Social (RS) en el banco, de la mano de las ideas del que fue su Presidente durante muchos años, Luis Valls Taberner, que fue adelantado en este tema en la banca española, y supo transmitir a la entidad un sentido muy rico de esa RS:

  • En el Informe a la Junta General de Accionistas de 1981, Luis Valls mostraba su admiración por la implicación de las empresas norteamericanas en los asuntos públicos del país: «pienso, acababa diciendo, que esta óptica de los americanos acabará siendo la nuestra». Hace de esto más de cuatro décadas.
  • La primera comunicación formal sobre la RS en el banco proviene de la publicación del «balance social» en 1980.
  • Luis Valls señalaba ya entonces la conexión entre beneficios y RS: las empresas deben maximizar beneficios, pero de forma condicionada a otros valores, sobre todo a la supervivencia de la empresa. La rentabilidad no es algo secundario para un banco: es fundamental para su misión. Pero el Banco Popular, que fue durante años el banco más rentable de Europa, mostró también una amplia labor de RS.
  • En el Informe de RS de 2004, señalaba que la misión de la empresa es «la creación sostenida de valor para sus accionistas a largo plazo, o en términos coloquiales, ‘ganar dinero’., y hacerlo en el marco del pleno cumplimiento de sus obligaciones legales y contractuales (…) Pero tiene también una responsabilidad con su entorno externo. Este compromiso nace de la voluntad de la empresa de cumplir su misión dentro de ciertos límites y con respeto a determinados valores que pueden resumirse en la idea de ser un buen ciudadano corporativo en la sociedad en la que vive«.
  • La empresa ha de ejercer esa RS con plena libertad.
  • Esa RS responde a razones morales («ser un buen ciudadano corporativo») y también a su legítimo interés («le conviene serlo»).
  • También son interesantes los criterios que aparecen en el libro sobre las obras sociales del Banco. Se procuraba centrar la función social a través de las operaciones propias de una entidad financiera, pero se ofrecían ayudas (preferentemente créditos, no subvenciones a fondo perdido) cuando hacía falta. Y se canalizaban a través de programas concretos.