Hace días que no escribo sobre «todo eso», y quiero hacerlo antes de marcharme de vacaciones. Lo haré a propósito de un artículo breve de Bernard Delbecque (aquí, en inglés), que me parece clarificador, aunque no comparto todas sus ideas.
El tema es la alta prima de riesgo y el bloqueo de los mercados que deberían financiar la deuda pública y privada española. Delbecque empieza con una idea interesante: España no morirá de muerte súbita (sudden death, en terminología financiera), por la retirada masiva de fondos de los inversores, como ocurrió en el pasado en otros países, porque el Banco Central Europeo (BCE) lo impide, pero puede morir de inanición, si los mercados están cerrados durante mucho tiempo. O sea, el problema es de liquidez (y si no, que se lo pregunten a las comunidades autónomas que no quieren negociar con el Ministro de Finanzas, porque este no les ofrece la liquidez que ellos necesitan y que los mercados no les pueden dar).
Para evitar la muerte por inanición, hay que devolver la confianza a los mercados. Delbecque explica que, si los mercados tienen confianza, la prima de riesgo es baja, los tipos de interés son bajos, la recuperación económica es más fácil y la deuda es sostenible. Buenas noticias. Pero si la confianza brilla por su ausencia, ocurre todo lo contrario. Malas noticias. Esta situación es la que en economía se llama de equilibrios múltiples: hay dos soluciones posibles, una buena y otra mala. Y lo peor es que la que ahora se presenta delante nuestro es la segunda.
¿Cómo se puede pasar de la solución mala, en que estamos ahora, a la buena? España debe hacer algo, mucho, como explicaré más abajo, pero no es suficiente. Necesitamos la ayuda de nuestros socios europeos. Esa ayuda tiene un objetivo inmediato: frenar el crecimiento de la prima de riesgo y reducirla algo, de modo que los mercados vuelvan a mirar con una cierta (poca, pero algo es algo) simpatía a la deuda española. Delbecque discute los medios para conseguir esto: 1) compra de deuda por el BCE; 2) compra de deuda por los fondos europeos, EFSF y ESM. Cada una de esas soluciones tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y es más o menos factible, desde el punto de vista político, al menos en cuanto que necesita de la conformidad de Alemania y otros socios.
Pero la compra de deuda por el BCE o por el ESM no es una solución permanente: es solo la primera etapa, para empezar a tranquilizar a los mercados, dando tiempo a la presentación de un plan más completo. Porque el problema no es solo que los mercados estén nerviosos ahora, sino que, efectivamente, la evolución previsible de la economía española no augura buenos resultados para el futuro. Lo que los mercados temen es que España sea, a la larga, insolvente, si, primero, el gobierno no es capaz de reducir el déficit público de manera realista y creíble en un plazo prudencial; segundo, si la salvación de los bancos fracasa, y tercero, si la economía española no vuelve a crecer, es decir, a generar demanda y producción, empleo e ingresos para el Estado, que reinicien el camino de una recuperación sostenible.
Acabamos, pues, en la necesidad de un plan de más envergadura. No es verdad que nosotros hayamos hecho todo lo posible, y que ahora la pelota esté en el tejado del BCE o de la Unión Europea. Nosotros tenemos que jugar la pelota, con un plan bien ordenado, claro y creíble, con medidas para recuperar la competitividad (Delbecque atribuye a esta variable una importancia decisiva), para volver a crear empleo (volvamos a la reforma laboral y pensemos en medidas incentivadoras para la creación de empresas, la reducción de costes y el fomento de la exportación), y para asegurar la reducción del déficit público (que, como ya he dicho otras veces, no es sinónimo de austeridad a ultranza).
Delbecque añade dos puntos más. Uno, incidental: Europa se resiste a aceptar las soluciones a corto plazo (la compra de bonos por el BCE o por el ESM), por temor a que España deje de esforzarse por reducir el déficit (lo que se llama el riesgo moral). La verdad es que nuestros gobiernos han contribuido mucho a ese temor, con la falta de claridad y de continuidad en sus acciones.
El otro punto es que el plan para España debería formar parte de un plan más amplio para toda Europa. Me parece obvio, pero no creo que lo veamos: hay unos cuantos países que no tienen el propósito de comprometerse en políticas más expansivas e inflacionarias para salvar a España (y a otros países periféricos). De modo que… hagamos los deberes como si todo dependiese de nosotros.
Buenas tardes, es cierto que las soluciones dependen de uno mismo, y la salida de la crisis empieza por nuestra propia actitud frente a ella. Pero tampoco es menos cierto, que a diferencia de otras preteritas, las reglas del juego han variado y muchas de ellas nos vienen impuestas por pertenecer a la UE. No tenemos las palancas de la politica monetaria y cambiaria que a corto plazo tendrian un impacto importante en la economia real. En cambio ahora, debemos aplicar recetas del largo a plazo a urgencias del corto. Realmente, lo veo contradictorio, y creo que esto acabara siendo una intervención de la UE , en el fondo de Alemania, en la que no habra margen a nuestra propia autonomia de decision. Nos hemos endeudado hasta las cejas, y estaremos muchos años purgando nuestros errores politicos y de gestion.Éstas van a ser las reglas del juego y a partir del momento que las asumamos y las entendamos , el nuevo futuro va a depender de nosotros.