Huelga en Renfe, dicen los periódicos de hoy. Miles de pasajeros afectados. Pérdidas de entre tres y cuatro millones de euros. Pero, claro, los sindicatos defienden los derechos de los trabajadores, ¿no? Por tanto, aplaudamos la huelga. Y sus consecuencias, aunque sean lesivas para todos.
La huelga va dirigida contra el decreto ley del pasado 20 de julio, que impulsaba la liberalización del transporte ferroviario, incluyendo la fragmentación de Renfe en cuatro sociedades y la entrada de competencia en el sector. Esto debe ser algo horrible: mejorar la eficiencia, reducir los precios,… ¡no podemos permitirlo! Por cierto, el decreto ley no hace sino poner en práctica una decisión de la Unión Europea -otra vez la pérfida UE interfiriendo con las buenas prácticas de los sindicatos españoles.
Dicho en castellano sencillo, los sindicatos quieren que Renfe siga siendo una empresa pública, con grandes pérdidas (334,56 millones de euros en 2011), con puestos de trabajo asegurados de por vida, con la generosa aportación de todos los ciudadanos que, en la difícil situación en que nos encontramos, debemos aplaudir la huelga. O, al menos, sufrir estoicamente sus consecuencias. Y si alguien se manifiesta en contra, seguramente lo hará contra la compañía que, con absoluto desprecio de los derechos de los usuarios, no accede a las peticiones de los sindicatos, dejando abandonados a los usuarios en un día clave para las vacaciones.
La verdad que con la crisis que esta atravesando el país y Europa en general, no creo que sea la mejor idea hacer un huelga ni mantener empresas publicas que solo tienen perdidas y no beneficios, así nunca saldremos de esta situación. Es solo mi opinión, no soy experto en el tema pero creo que es de sentido común.