Mi compañero del IESE Alberto de Olano me envía la noticia sobre la «metedura de pata» de Mitt Romney, el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, sobre la actitud de los palestinos que, segun dice el titular del Washington Post de ayer, «no tienen interés alguno en establecer la paz» con los israelíes (aquí, en inglés). «Veo que los palestinos no quieren la paz de ninguna manera, por razones políticas, comprometidos como están en la destrucción y eliminación de Israel, de modo que en este espinoso tema no hay solución», dijo Romney.
Los periodistas del Washington Post señalan el tropezón del candidato republicano, la dificultad que esto presenta a la presentación del partido republicano como un «intermediario honesto» en el proceso de paz si Romney gana las elecciones, y el hecho de que sus comentarios pueden marginar a los palestinos moderados en las negociaciones de paz.
No tengo el menor interés en comentar sobre la campaña presidencial norteamericana. Solo me pregunto: ¿y si es verdad que los palestinos, muchos de ellos al menos, no desean negociar la paz con Israel? ¿Cómo habría que plantear la estrategia de negociación en ese caso? Entiendo que alguno niegue que no es verdad que los palestinos, o la mayoría de ellos, no desean la paz. Pero este no es el argumento que se ofrece en el artículo, sino que lo que dice Romney va en contra de un proceso que, si Romney tiene razón, no es viable. Dicho de otro modo: si Romney tiene razón, hay que plantear el proceso de otra manera. Claro que es posible la paz, me parece a mí, pero no a través de un proceso que los palestinos no quieren. ¿Hace falta «otra manera» de hacer política en el conflicto palestino-israelí?
Bajo mi humilde opinión Rommey detecta lo que todo el mundo ve pero lo expresa de forma poco hábil.
Después de mucho leer hago mía la idea de que la paz en palestina pasa por entender que hay dos guerras: la justa por un territorio y un estado que permita la subsistencia de una nación y su gente; y la injusta donde se apuntan poderes religiosos, políticos económicos y otros locos varios. Rommey las junta y las confunde con lo que no sé hasta qué punto podrá ayudar a deshacer tantos años de errores.