Me viene a la mente la idea que pongo en el título al leer a Juan José Almagro en DiarioResponsable (aquí) sobre «La ética como fundamento de la Responsabilidad Social«. Al final, la pescadilla se muerde la cola: re-encontramos la ética, a raíz de muchos errores, escándalos y problemas; luego, nos pareció demasiado exigente y, sobre todo, con reminiscencias a cosas que no queríamos mezclar con los negocios, y entonces vinimos a parar la Responsabilidad Social (RS), como algo neutro, más aceptable, que no exige un acuerdo de fondo sobre qué es actuar bien y qué es actuar mal,… Pero los problemas continuaron, porque hicimos de la RS una caja de herramientas, de instrumentos, de modelos de gestión «buenos para todo»: para ganar más dinero (la RS es rentable, decíamos), para lavar nuestra conciencia (la RS da reputación), para tranquilizar a los que se oponen (la RS compra legitimidad),… Pero no funciona.
Al final hemos vuelto a recordar que «responsabilidad» es un concepto que puede ser legal o moral. Legal significa obligatorio, y la RS es voluntaria. O sea que debe ser moral. ¿O social? Bueno, nos hemos pasado una larga temporada tratando de orientar la RS hacia lo que la sociedad pide, demanda o espera de las empresas. Pero esto no funciona. La RS, «llámese como se quiera, es un comportamiento ético: la búsqueda de valores y normas relativas a un ‘aquí’ y ‘ahora’, tal como nos enseñó Aristóteles», como dice Juan José Almagro.
Lo que nos lleva a otro problema, que ya he apuntado en otras ocasiones, y sobre el que deberemos volver, una vez y otra. ¿Cualquier ética sirve para sustentar una empresa socialmente responsable? Mi respuestda es «no». Pero dejemos esto para otro día.