El silencio de los últimos días en este blog se debe a un viaje a Ecuador. La Escuela de Dirección IDE me ha invitado a algunas actividades en Guayaquil y Quito, entre ellas la lección final en la graduación del Executive MBA en Quito, ayer. Como es habitual en estos casos, acabé con algunos consejos a los graduandos:
- No acepten sin más el concepto de éxito que les propondrá la sociedad. Deben conocerlo, pero no se rindan a él: atrévanse a redefinirlo.
- No se limiten a mandar: expliquen, den razones, dialoguen, porque están dirigiendo a personas inteligentes.
- Nunca, nunca, nunca desprecien a una persona, porque todas y cada una de ellas son, al menos en algún aspecto, mejores que ustedes. Y porque despreciándolas, degradan su propia dignidad.
- No juzguen nunca una decisión o una actuación por los resultados puramente extrínsecos, aunque esta se la norma en su empresa. Valoren también los aprendizajes, el crecimiento de las virtudes de las personas y el impacto que tienen en los demás.
- Si quieren mejorar siempre en su conducta como directivos, pregúntense por sus intenciones: ¿por qué hago esto? Más allá de los resultados, la intención es la clave de su decisión, lo que les transforma a ustedes, que es, como ya dije, la condición para que ustedes transformen a los demás.
- Atrévanse a admitir que no son perfectos. Solo así aprenderán a escuchar, agradecer, aprender y mandar, porque habrán aprendido a obedecer.
- Ustedes serán verdaderos líderes cuando sus subordinados, sus colegas y sus jefes reconozcan en ustedes no solo la competencia profesional y el buen hacer, sino el convencimiento de que pondrán siempre los intereses de los demás, de su empresa y de la sociedad por delante de sus intereses personales. Lideren con el ejemplo.