Ralph Atkins publica hoy en el Financial Times un artículo titulado «La conjura de Madrid no puede engañar indefinidamente a los mercados» (aquí, en inglés; el título es de la edición en papel). Dice que el anuncio del Banco Central Europeo (BCE) de que estaba dispuesto a comprar deuda pública española, si el país lo solicitaba, ha bastado para tranquilizar a los mercados y, por tanto, ha retrasado la demanda de solicitud de rescate por parte del gobierno de España. Y le parece que es un juego arriesgado, porque, si los mercados temen, en cualquier momento, que España tenga dificultades, la prima de riesgo puede volver a dispararse, y los problemas de España pueden agigantarse.
Y es verdad. Pero no es algo diferente de lo que ocurre en la vida financiera privada. Si usted necesita dinero, puede ir a su banco a pedirlo y ofrecer garantías para ello, por ejemplo, una hipoteca sobre su casa. Alternativamente, puede pedir a un amigo o un pariente que le avale. Lo que ha hecho el gobierno de España es algo parecido: el BCE anuncia que está dispuesto a ayudar a España. Si la promesa es creíble, es como un aval. De acuerdo, no es tan serio como un aval, ni tan inmediato. Pero está cumpliendo su función.
No soy el primero que recuerda que, ante una problema como el de la deuda española, hay varias soluciones. Una es que el MEDE o el BCE compren esa deuda. Otra es que la avalen. Otra es que den pruebas creíbles de que, si el problema se agrava, comprarán la deuda. Otra es una garantía parcial, referida, por ejemplo, a las renovaciones de deuda, cuando se produzcan. La primera es la que tranquiliza más a todos, pero es la más cara y la que presenta más dificultades. No me parece mal que el gobierno de España pruebe con otros remedios. En todo caso, España debe estar dispuesta a cumplir las condiciones que, si pide la ayuda, le impongan, y debe manifestarlo, porque esta es una condición para que los mercados vean esa forma de «promesa de aval» como suficientemente segura.