En medio de tanto catastrofismo, sobre todo norteamericano, leo un artículo que me parece sensato, escrito de Holger Schmieding, economista jefe del Bergenger Bank, y titulado «Tough love: The true nature of the Eurozone crisis», publicado en Business Economics, vol. 47, n. 3 (aquí, en inglés). Algunas ideas:
- El problema principal en Europa no ha sido una burbuja que se pincha, o la crisis de la deuda soberana, o la del sistema financiero, sino el contagio entre países. Schimeding explica las distintas etapas de la crisis, identificando los errores cometidos por unos y otros y las soluciones tomadas. Por cierto, España no es la protagonista del artículo (por si el lector pensaba que somos tan importantes…).
- Los bancos centrales saben cómo frenar una crisis, y bastaría una declaración tajante del Banco Central Europeo (BCE), de que está dispuesto a comprar toda la deuda que haga falta, para poner fin a las incertidumbres de los mercados. Pero el BCE es especial. Es el banco central más independiente del mundo, porque no tiene un ministro de finanzas al que enfrentarse (tiene 17), porque ningún político puede amenazarle creíblemente con la retirada de sus libertades (cosa que puede hacer cualquier Presidente o Primer Ministro, aunque sea poco probable), y porque se considera el seguidor del mejor banco central, el Bundesbank.
- Europa tiene su manera de resolver los problemas comunes, como una familia. Lo hace no mediante donaciones, como en Estados Unidos, sino mediante créditos sujetos a condiciones estrictas, lo que evita el problema del riesgo moral, es decir, que el beneficiado se confíe y deje de cumplir las condiciones que le ponen.
- La crisis bancaria agravó los problemas, porque se gestionó mal, especialmente porque asustó a los mercados ante la perspectiva de un aumento de la deuda pública de los países con dificultades.
- La crisis ha cambiado de manera importante las políticas de la eurozona, obligando a practicar reformas estructurales importantes y cambiando la gobernanza de la región.
- Dejar caer el euro nunca ha sido una opción para Alemania y para el BCE. Pero no están dispuestos a resolver esto sin poner condiciones estrictras a sus socios.
- Las actuaciones de Europa han pasado de frenar el contagio a modificar la gobernanza de la Eurozona, es decir, a la creación de unas condiciones futuras que hagan más difícil la aparición de crisis como la actual (pacto fiscal y pacto bancario).
- Todo esto lleva una promesa implícita: si un país cumple las condiciones que se le señalan, no se le dejará caer. No se le ayudará a la primera, como hacen los norteamericanos, sino que eso tendrá lugar casi al final, y con condiciones.
- Y una amenaza: si uno no cumple, se le dejará caer.
- Las reglas concretas pueden cambiar en el tiempo.