Esta pregunta me la hago en el Comentario de la Cátedra «la Caixa» de Responsabilidad Social de la Empresa y Gobierno Corporativo del mes de octubre (aquí), contando algo de lo que hablé en la Global Alumni Reunion del IESE los pasados días 2 y 3 de noviembre, en Sao Paulo. Es una invitación a la reflexión de los empresarios y directivos, acerca de lo que es una empresa, de lo que es su empresa, del papel que debe tener en la sociedad, de cuál es su misión externa (qué necesidades de qué personas tratará de atender) y su misión interna (qué necesidades de sus stakeholders internos debe atender, al tiempo que estos stakeholders internos atienden la misión externa de la empresa).
Y sugiero algunas ideas sobre cómo llevarlo a cabo. Dando prioridad a las personas. Con sentido de solidaridad, que no significa dar dinero a obras de caridad, sino contribuir positivamente, cada uno según sus posibilidades, al bien común. Con inteligencia y sentido común, que son cualidades muy propias de un buen directivo. Con imparcialidad, es decir, no dando una prioridad indebida a las propias necesidades –a menudo, caprichos- ante las necesidades de la sociedad. Con eficiencia, porque la empresa es el instrumento principal que tiene la sociedad para el uso eficiente de sus recursos escasos. Cumpliendo la ley y promoviendo un mejor marco institucional y legal en las sociedades en que actúa –empezando por luchar activamente contra la corrupción. Sin paternalismos, porque hay que respetar la dignidad de las personas. Con sentido de compromiso, es decir, no como una actividad ocasional, que se lleva a cabo si viene bien y se omite si es engorrosa.