Un mensaje de esperanza que viene de un estudio de Marco Buti y Alessandro Turrini, en VoxEu (aquí, en inglés). Es un estudio referido a los países de la Unión Europea, pero aplicable de manera especial a España. El punto de partida es la experiencia de los profundos desequilibrios que se produjeron en Europa durante la fase de expansión que acabó en 2008: déficit por cuenta corriente en países como España, superávit en otros; gran pérdida de competitividad en los primeros frente a los segundos; entrada masiva de capitales en aquellos, etc. Todo esto explotó con la burbuja financiera, y ahora ha de ser corregido.
Buti y Turrini son optimistas sobre ese ajuste. Los costes laborales unitarios están cayendo más en los países con problemas, fruto de la presión sobre sus salarios y de la mejora de la productividad (conectada, eso sí, con la caída del empleo), y desarrollo progresivo de las reformas laborales, dirigidas a devolver la competitividad a economías como la española. Los autores señalan cuatro condiciones que deben cumplirse en ese proceso, para que tenga éxito: las mejoras de competitividad deben reflejarse en el saldo de la balanza corriente (cosa que ya ocurre en España), la competitividad debe mejorar no solo por la moderación de los salarios y precios (de hecho, nuestras exportaciones están sosteniendo ahora la maltrecha marcha de nuestro PIB), esas mejoras deben ser sostenibles en el tiempo (lo que depende de desarrollos sociales y políticos), y deben apoyarse también en cambios contrarios en los países con superávit, que ya se están aprenciando (mayores aumentos salariales, menores superávit por cuenta corriente, etc.). Y añaden un último factor: los mercados financieros deben contribuir positivamente a ese ajuste, favoreciendo la recuperación de las economías perjudicadas (cosa que está ocurriendo también, pero a un ritmo demasiado reducido).
Lo que este estudio hace no es otra cosa que reproducir, para el conjunto de la Unión Europea, los ajustes que estamos experimentando en España (y en Italia, Portugal, Grecia e Irlanda). La conclusión es que el proceso sigue adelante, aunque lentamente.