Con la perspectiva que da haber estado una semana fuera del ambiente pesimista y deprimido de España, me gustaría hacer un comentario sobre nuestra competitividad.
Perdimos bastante en los años de la burbuja, porque nuestros salarios subieron en términos reales bastante más que nuestra productividad, deprimida esta, principalmente, por la concentración en el sector de la construcción, cuya productividad media es muy baja. Cuando llegó la recesión, la productividad creció rápidamente, de forma mecánica, no por aumento del numerador (el PIB se redujo) sino por reducción del denominador (el empleo cayó mucho más).
Ahora, nuestra competitividad, medida por los costes laborales unitarios, ha mejorado. Pero, sobre todo, nuestros exportadores no compiten en productos de mano de obra barata, sino en los más basados en tecnología, innovación, calidad y servicio. Por ello nuestras exportaciones han crecido incluso en los malos momentos de la crisis, compensando la caída de la demanda interior.
De cara al futuro, está claro que seguiremos compitiendo en esos productos de tecnología algo más avanzada. Lo que no quiere decir que los costes laborales unitarios sean menos importantes. Primero, porque también en esos productos los costes son relevantes. Y segundo, porque con costes altos empeorarán nuestras importaciones.
Las exportaciones crecerán si tenemos productos competitivos que vender fuera. Para ello, lo primero es poder fabricarlos, que en España la industria en una «rara avis», y después saber venderlo, que en eso también tenemos mucho que aprender
No está claro si la perdida de competitividad se debió al aumento de los CLU (Deflactor del PIB *participación de los salarios en la renta nacional) o como creo se debió al aumento de precios, y por lo tanto al aumento de los márgenes empresariales.
En cualquier caso nuestas exportaciones no pueden seguir dependiendo de que bajen los CLU. ha de intensificarse la competitividad no precio y para ello se requiere un cambio de modelo productivo, que por ahora ni está ni se le espera.
Como pequeño empresario, entiendo la competitividad desde la eficacia. Y en España nos falta eficacia. En plena crisis o eso dicen, no es eficacia que una empresa de seguros tarde dos semanas en mandarte un simple presupuesto, y que después, no siga ese presupuesto para intentar captar al cliente; en plena crisis o eso dicen, no es eficacia que una empresa de reformas, con el paro que hay en ese sector, tarde dos semanas para darte un presupuesto para pintar un local de 20 metros y además, con un sobrecoste del 25%. La competitividad empieza antes, durante y después del trabajo. La competitividad la entiendo como amar realmente lo que haces. Lamentablemente hemos estado años pensando y viviendo que competitividad era ganar mucho y trabajar poco, y si se puede, mal.
Sigo pensando que esta crisis no es financiera, es una crisis de valores y concepción de vida.