No me gustan los informes de Responsabilidad Social, o de Sostenibilidad. Ni siquiera los informes integrados, económicos, sociales y medioambientales. Me parecen un ejercicio de relaciones públicas, dirigido a mostrar que la empresa que los emite se presenta a sí misma como muy responsable. Pero no responden a las inquietudes y necesidades de los stakeholders.
Por ejemplo: si en estos momentos le pregunta usted al cliente de una entidad financiera española qué le preocupa de su banco, seguramente le contestará haciendo referencia:
- A la responsabilidad del banco en la crisis financiera: si sabían lo que estaban haciendo con la expansión del crédito, si eran conscientes de que muchos de sus deudores resultarían insolventes en caso de recesión, si conocían la excesiva concentración de riesgos en algunos sectores, si estaban utilizando medios de información claros y veraces a la hora de explicar a sus clientes las características de sus productos financieros y las condiciones de sus créditos, cómo funcionaba su Consejo de Administración en las cuestiones de riesgos y de estrategia, y otros temas por el estilo.
- A cómó está haciendo frente el banco ahora a los problemas derivados de esta crisis, como la morosidad de sus clientes y los desahucios que se están produciendo.
- A cómo plantea el banco sus estrategias futuras, porque el mundo de las finanzas está cambiando mucho, y el cliente tiene derecho a saber qué piensa su entidad financiera respecto de su misión (qué necesidades de qué personas va a atender en el futuro), su estrategia y sus responsabilidades.
Los empleados también querrán saber cómo hace frente la entidad a esos problemas: cuál es su estrategia ante la morosidad y los desahucios, por ejemplo; qué piensa hacer para reactivar el crédito a familias y empresas, cómo está manejando sus riesgos (incluyendo el de reputación), etc. Hace unos años, trabajar en un banco era un motivo de satisfacción; ahora, probablemente, no lo es, y el empleado tiene derecho a que le ayuden a recuperar ese sano orgullo.
Sí, ya sé que todo esto son palabras mayores, y que no es fácil contestar a esas cuestiones (sobre todo si en el pasado no se dieron las respuestas adecuadas, y si según qué contestaciones pueden dar lugar a responsabilidades legales). Pero si la Responsabilidad Social es, como dice la Comisión Europea, la responsabilidad de una entidad por los impactos de sus acciones (de todas sus acciones y omisiones), ahora es un buen momento para hacer examen de conciencia.
Y para informar con claridad y transparencia a sus stakeholders, respondiendo a sus preguntas, no a los cientos de asuntos que exige la Global Reporting Initiative (GRI). Claro que hay que hacer el informe para el GRI, y que sea completo y bonito. Pero la Responsabilidad Social es otra cosa.
Excelente !!! gracias .
Que alegría ver su articulo profesor Argandoña, cuanta honestidad podemos apreciar, lo comparto completamente y puedo decir que me he sentido muy identificado al igual que con otros de sus articulos. Los informes sin duda deben estar, pero no puede ser el fin y hasta cierto punto han hecho perder el foco de la RSE que no corresponde a elaborar informes como se ha hecho la mala práctica de la consultoria. No olvidar el fondo de todo y no ser irresponsables en basar todo en sólo informes descuidando la realidad de los grupos de interes. Un cordial saludo. Gonzalo Pizarro
ole