Somos mejores de lo que parecemos

Me picó la curiosidad al leer el título de un artículo de Lynn A. Stout, profesora de la Universidad de California Los Ángeles, titulado «Tomando la conciencia en serio» (aquí, en inglés). Empieza con un chascarrillo: desde la ventana del despacho observamos a la gente que pasa al lado de un mendigo dormido, que tiene a sus pies un vaso de plástico con dinero. Nadie le da, de modo que concluimos que la gente es muy poco generosa. Pero Stout hace notar que nadie le roba, aunque probablemente muchos lo podrían hacer, fingiendo, por ejemplo, que dejan dinero en el vaso, cuando nadie les mira. Su conclusión: quizás la gente tiene más conciencia de lo que parece.

El artículo contiene una crítica del modelo del «homo oeconomicus» de la economía convencional. Pero lo que quiero mencionar son los ocho argumentos que da para explicar por qué no nos paramos a pensar que la gente tiene más conciencia de lo que parece:

  • Confundimos acciones altruistas con sentimientos altruistas. O sea, ayudamos a otros, o tratamos de no hacerles daño, sin sentir calorcito en el corazón, que, nos parece, es lo que debe caracterizar una conducta correcta. Y no es así, claro.
  • La moralidad tiene mala prensa hoy en día, y no nos gusta que nos califiquen de «buenas personas». Pero lo somos, en el sentido de que seguimos unas reglas universales compartidas por todas las culturas, incluyendo normas sobre cómo no hacer daño a otros y cómo beneficiarles, si es posible.
  • La «banalidad» de lo bueno. Los periódicos no recogen con grandes titulares noticias como «transeúntes no roban a mendigo» o «turistas dejan propina en un bar en el que no volverán a entrar nunca». Nos llama la atención lo contrario, de modo que pasamos por encima de las conductas buenas.
  • Tenemos mucha «nariz» para «oler» las mentiras y los engaños, de modo que no prestamos atención a la conducta honesta.
  • Realismo ingenuo. Nos parece que nosotros tenemos una percepción correcta de la realidad, pero los otros no la tienen. Por eso, cuando lo que hacen no coincide con lo que nosotros hacemos, en lugar de pensar que ellos ven la realidad de otro modo, les atribuimos intenciones torcidas.
  • Atribuir las acciones correctas a incentivos extrínsecos. Nos parece que, si la gente no roba a los mendigos, no es porque tengan una buena voluntad hacia ellos, sino porque tienen miedo al castigo o al bochorno en que incurrirían si fuesen sorprendidos.
  • Darwinismo social. Las buenas personas siempre salen perdiendo, de modo que, para sobrevivir, hay que ser, por lo menos, desconfiado. Aunque la evidencia está masivamente en contra de este supuesto.
  • La idea del «homo oeconomicus» egoísta, individualista e incapaz de hacer nada por los otros no es una realidad, sino una creación intelectual de los economistas (Stout añade que también de algunos abogados), que generalizan los modelos que estudian en sus cursos.

El artículo que comento no pretende ir muy lejos. Pero, al menos, nos ofrece algunas ideas para pensar que la gente es mejor de lo que parece y, desde luego, mejor de lo que nosotros pensamos.

4 thoughts on “Somos mejores de lo que parecemos

  1. el darwinismo social se regula en la igualdad de oportunidades y se limita en la regualcion del estado en la relacion posicion dominante-sociedad-personas

  2. para mi la ecuacion debe empezar por poblacion, por distribucion geografica, salarios e ingresos,acompañando con industrias,costo productos,mercado , poder adquisitivo , empresa rentabilidad y derechos de propiedad,diversificacion de la actividad industrial segun crecimiento poblacion , mercado y demanda.

  3. el problema del egoismo no existe en la conducta social de cada individuo ,existe en las estrategias de marketing , en las razones de la desinversion y en los planes de marketing de transnacionales,que detras de la rentabilidad han creado la absolecencia programada,la obligacion de consumo, las empresas que en busca de posicion dominante forman monopolios y manejos de precio y mercado , las empresas que desinvierten en un continente y trasladan su industria a paises con menor costo de mano de obra,menos derechos laborales y menores ingresos de su poblacion , luego venden en paises de mayor ingreso, ke llamo egoismo porque en esta ecuacion el hombre y su calidad de vida esta en ultimo lugar

    1. Gracias, Alex, pero el egoísmo empezó en la tierra varios miles de años antes que la aparición de las multinacionales.

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