Ramón Mullerat me hizo llegar un breve pero interesante artículo que publicó en el Corporate Social Responsibility Newsletter de la International Bar Association, titulado «Un buen abogado: una reflexión filosófica sobre la práctica de la ley». No me puedo resistir a relatar el chiste con el que comienza su artículo: dos personas pasean por un cementerio (inglés o norteamericano, probablemente, por lo que viene luego), leyendo las lápidas. Y encuentran una en que se dice: «aquí yace un abugado y una buena persona». Y se preguntan: ¿cómo es posible que hayan enterrado a dos personas en una misma tumba? Mullerat, como abogado, se puede tomar esa licencia que yo, como economista, no me atrevería a poner en mis labios.
¿Quién es un «buen» abogado, o economista, o profesional, o empresario…? Obviamente, uno que sea competente, bien preparado y eficiente: un buen profesional, en el sentido funcional. Pero Mullerat pide que elevemos el nivel, y que pensemos en un nivel más alto de «bondad»: el nivel moral. «Desde el punto de vista moral, un buen [profesional] es aquel que respeta y cumple la ley, asesora concienzudamente a sus clientes y no hace cosas mal hechas». Pero esto se queda corto, porque también debe acomodar «su vida profesional y su conducta a los requerimientos del código de conducta ética de la profesión (…), basado en tres principios fundamentales: independencia, confidencialidad y lelatad (evitar los conflictos de intereses (…) y es honesto, riguroso, recto y merecedor de respeto». Y algo más.
Mullerat lamenta tener que reconocer que «la percepción tradicional y pública de los [profesionales] está muy lejos de todo esto. Más bien se les considera causantes de problemas, egoístas y codiciosos (…) El [profesional] funcional y mundanamente exitoso es el [profesional] tiburón; el mercenario que acomoda su experiencia a lo que le pida el cliente; el que lucha, gana, aniquila al adversario; en otras palabras, el gladiador, pero no el [profesional] buscador de soluciones y creador de paz«. Y añade: «el mero cumplimiento de las reglas éticas no puede hacer a uno un buen [profesional]. Para serlo, debe tener una preocupación y un sentimiento hacia los otros seres humanos (…) y el coraje de saber decir ‘no’ cuando su conciencia se lo pide».
Muy buen articulo:
Con respecto a ganarse el respeto, a mi juicio involucra varias de las cualidades mencionadas anteriormente. El ser respetado en un oficio u profesion, adquiere a la persona un cierto status. Por otra parte la capacidad de liderazgo y saber transmitir un conocimiento o experiencia a quienes estan bajo su cargo es primordial.
Muchas Gracias
Atentamente:
Camila S.