No, no he perdido la cabeza: nos tiene que gustar la sociedad en que vivimos. Lo he «descubierto» esta mañana. Claro que tenemos muchos motivos para decir «que se pare el mundo, que me bajo». Pero el mundo no se va a parar. O sea que vamos a seguir en el mismo mundo que no nos gusta. Y viviendo junto al vecino nos cae mal, que nos molesta. Y con el mismo jefe. Y nos encontraremos en la calle a la guardia urbana que nos multa. Y en el periódico con el ministro que no hace lo que nos parece que debería hacer. Pero -y este es mi «descubrimiento» de hoy-, si queremos cambiar este mundo, lo primero que hemos de hacer es admitirlo como es y, ¿cómo lo diría?, quererlo como es. Rechazando, claro, todo lo que tiene de malo, que no es poco. Pero reconociendo todo lo que tiene de bueno, que es mucho: mucho más que lo malo. Insisto: si queremos cambiar la sociedad, me parece que hemos de cambiar nuestra actitud ante ella. Porque con una actitud contraria nadie nos querrá escuchar. Porque hemos de convivir con esta sociedad -incluyendo a la señora Merkel, y al señor Obama, y a la señora Kirchner, y al señor Maduro… Y porque se cogen más moscas con una cucharadita de miel que con un tonel de vinagre, como dice el refrán.
Al pensar en esto, me acordaba de una escena recogida en la Biblia. Moisés habla con Dios; ha bajado de la montaña del Sinaí con las tablas de la ley, con lo que podríamos llamar la nueva constitución del pueblo de Israel, y se encuentra con que sus conciudadanos han traicionado a su Dios, han fundido un becerro de bronce y se han puesto a adorarlo: algo así como negar las mismas bases de su pertenencia al pueblo de Israel: «no queremos ser de estos», vienen a decirle. Y Dios le dice a Moisés: mira, está claro, a estos no les gusta mi plan; deja que los borre de la superficie de la tierra, y te buscaré otro pueblo para que le enseñes a portarse como debe. Pero Moisés le dice: no, no; estos son tu pueblo, no los borres de la faz de la tierra. ¿Qué pueblo querrá ser el pueblo de un Dios que ha aniquilado al anterior, aunque ese Dios tenga toda la razón del mundo para hacerlo? Vamos, vamos, perdónales y volvamos a empezar. Y acaba el relato diciendo que Dios hizo caso a Moisés. Porque, en definitiva, todos esos israelitas díscolos y mal criados eran sus hijos, eran el pueblo que El, Dios, quería para llevar sus planes de salvación al mundo. Y les perdonó. No nos cuenta si los israelitas rebeldes agradecieron alguna vez a Moisés lo que hizo por ellos ante Dios. Se supone que sí, al menos aparece esta idea en otros textos de la Biblia, muy posteriores. En todo caso, ahí tenemos el arranque definitivo del pueblo de Israel: a pesar de sus deslealtades, siguieron adelante, aprendieron a convivir entre ellos, ganaron el orgullo de ser una nación nueva, diferente, muy diferente de las de su entorno. Hasta hoy. Por cierto, casi todos aquellos rebeldes perdonados dejaron sus cadáveres en el desierto: no llegaron a entrar en la Tierra Prometida. Pero lograron llegar hasta sus puertas, y pusiedron allí a sus hijos, para que la ganaran. ¿Y nosotros?
Estoy totalmente de acuerdo en que la aceptación de nuestras propias virtudes y defectos es necesaria para emprender cualquier camino hacia el cambio, hacia la mejora. Cualquier posibilidad comienza por un análisis crítico de nuestros defectos como sociedad y es necesario un amor propio importante, pues los tenemos y de los gordos.
De forma parecida a como los israelís adoraban el becerro de oro, hoy en nuestra sociedad adoramos dioses, por llamarlos de alguna manera, más cercanos a lo material y mundano que lo humano y natural. Tal corrupción de valores cala en lo más profundo de la estructura social y es ahí hasta donde debemos escarbar, pues nuestro futuro depende de introducir unos criterios más humanos en el motor de la sociedad.
Sobre lo isralies , una vez hablando con alguien sobre su actitud internacional y el pueblo palestino, me dijo , ¿que hay que hacer entonces, combatirlos? le conteste que combatir la inteligencia es estupido , aprender de ella es sabio,como pueblo con altos valores y entrega propia a su nacion hay mucho que aprender de ellos,ahora es verdad que cada dia nos despertaremos y el mundo sera igual que ayer,pero cada uno cumple un rol ante su momento, pais y su historia, si el rol es pasivo, permitimos y aguantemos lo que sea, el rol activo implica , opinar , criticar , corregir, proponer y establecer una idea como concepto justo al resto , alli nace un concepto de evolucion, ahora cada lider tiene su modelo y su pais, lo que es un abuso es conceptuar el nivel de calidad de vida como un lujo y permitir que economias , sin democracia , sin derechos sociales, sin procesos de conquista de derechos en el tiempo,dictaduras economicas y politicas, compitan en el comercio internacional imponiendo un nivel de competencia en costos y precios, con sueldos miserables de u$$ 300 por mes mientras, en el resto del mundo esta inequidad de vida no existe, por comprar barato,emos vendido los derechos de todos , el limite debe estar sobre los derechos humanos que tambien son economicos , no solo politicos, sin plata y sin trabajo,no hay libertad de decision alguna, vivimos con esto, que hacer, depende en responsabilidad de quienes estan alli para gobernar y representarnos.