Leo en Expansión Catalunya la noticia de que el Consejo Social de la Universidad Politécnica de Catalunya ha decidido paralizar el despido de 84 interinos del personal de administración y servicios y empezar una negociación para reducir en un 25% la jornada y el sueldo de todos los interinos. No conozco más detalles de la noticia, pero me atrevo a hacer tres consideraciones sobre esto:
Una. Me parece que es más una medida de flexibilización laboral que de recorte del gasto, aunque el periódico la justifica por la necesidad de cumplir no sé qué partida del presupuestos de 2013 (siempre la culpa es de alguien de fuera, que obliga a cumplir un presupuesto). Me parece lógico que, si no hay trabajo para todos (o mejor, si no hay dinero para pagar a todos), se opte por la reducción de jornada y de remuneración, en vez del despido. Sí, ya sé que es repartir el hambre, pero parece lógico que se reparta entre todos, si se trata de personal con parecidas cualificaciones y tareas; no debería ser así, por ejemplo, en el caso de los profesores: si no hay trabajo para los de cierta especialidad, lo lógico es que se produzcan despidos en ella, no se que reduzca el sueldo de todos.
Dos. Me parece justa, al menos sobre el papel, y hablando de los interinos. Pero no me parece justa pensando en el conjunto de los empleados, funcionarios e interinos, de esa Universidad. Planteada así, parece más un recorte, que afecta a un colectivo y no a otro, que está llevando a cabo un trabajo parecido. Ya va siendo hora de que alguien (?) se atreva a hacer una reforma a fondo en las Administraciones Públicas (en Expansión de hoy también se recoge la opinión de algunos expertos, que abundan sobre este tema). Ya he contado otras veces que la actitud de los funcionarios reclamando contra los recortes de sus remuneraciones me recuerda aquel chiste de hace unos años, en que se ve un grupo de osos enfocados por la mirilla telescópica de un rifle, y uno de ellos mira al tirador y le señala al oso vecino, como diciendo: «dispara a este, no a mí». La noticia de Expansión Catalunya va acompañada de una foto con el pie «estudiantes y trabajadores de la UPC protestan en la calle». ¿Será contra la privatización de la enseñanza, contra la degradación de la Universidad…? ¿O será, mejor, contra la reducción de los sueldos de los funcionarios?
Tres. Reconozco que tomar medidas drásticas en una universidad pública debe ser muy difícil, porque hay poco margen. Un detalle: la noticia que comento va acompañada de otra, muy breve, que da cuenta de la elección de un nuevo rector en la Universidad Pompeu Fabra, «con el 80% de los sufragios de los profesores». No me parece mal que se escuche a los docentes a la hora de elegir al que va a gobernar la universidad, pero me temo que el sistema de elecciones en esos centros se convierte, de hecho, en un movimiento corporativista. El rector va a ser, en definitiva, un defensor de los intereses de sus colegas (que le incluyen a él mismo). Vuelvo a la pregunta de antes: ¿cuándo vamos a emprender la reforma de las Administraciones Públicas? Porque las manifestaciones como la de la foto van a seguir, mientras haya intereses creados en juego…
Mientras el trabajo cualitativo siga midiéndose con el dinero cuantitativo los retornos de capital seguirán minando los salarios: más bajos éstos, más altos los otros. Faltan herramientas cuali-cuantitativas.
Urge la reforma. Todo se ha ajustado, excepto las administraciones. ¿Qué miedo les paraliza a nuestros políticos? Me lo imagino…