He publicado hace un rato una entrada sobre «¿Cómo están los bancos?«, que me sirve de prólogo a lo que quiero decir aquí: ¿por qué no prestan los bancos? El tema afloró en la reunión del Instituto de Estudios Económicos a la que me refería en la entrada anterior. Y es de gran actualidad.
Hay varias razones. Mirando al pasivo del balance bancario, la primera razón y la más inmediata es que los flujos de financiación dirigidos a la banca española no son normales todavía; se colocan bonos en los mercados internacionales, pero no tanto como sería necesario: el grifo del dinero sigue medio cerrado, sobre todo para las instituciones en dificultades. Y mientras esas fuentes no vuelvan a manar, los bancos se resistirán a prestar con alegría. Una regla de oro de toda entidad con excesiva deuda es prestar poco y guardar mucho.
El resto del problema está en el activo del balance. Los bancos españoles han recibido abundante financiación del Banco Central Europeo (BCE), pero la colocan en deuda pública española. Esa fue la intención del BCE cuando proporcionó financiación durante tres años a tipos de interés muy bajos (los llamados LTRO): ofrecer liquidez a los bancos y, al mismo tiempo, ayudar a los gobiernos que no conseguían colocar su deuda en los mercados. El resultado es bien conocido en la ciencia económica: el efecto «crowding out»: la financiación del sector público expulsa a la del sector privado, porque los fondos que van a la deuda pública no pueden ir al crédito privado.
Pero hay razones adicionales para esa preferencia por la deuda pública: las condiciones de Basilea III consideran el crédito al sector privado como con riesgo, mientras que la deuda pública no tiene riesgo, de modo que no hace falta aumentar la proporción de capital. Además, la deuda pública la acepta el BCE como garantía para sus créditos, lo cual, en una situación en la que los mercados no proporcionan liquidez a los bancos, explica que estos se vuelquen en la deuda pública. Todo esto lleva a la conclusión de que la suerte del crédito bancario está ligada a la reducción del déficit público: los que proponen que los bancos presten más a las empresas y a las familias, y que el gobierno no se apresure tanto a reducir su déficit público, están incurriendo en una contradicción.
El otro componente del problema es la concentración de los activos bancarios en sectores con problemas: inmobiliario y construcción. Hasta que se crédito sea devuelto no se liberarán suficientes recursos para prestar a los otros sectores. La alternativa es dar de baja una parte importante de ese crédito como incobrable, pero esto iría contra la paciencia que proponía en mi anterior post, como virtud básica en el mundo financiero español, al menos por ahora. Los planes de provisión de esos créditos de dudoso cobro ya están en marcha, de modo que no hay razones para acelerar su provisión. Y la afloración de más pérdidas (aunque solo sean potenciales) en los bancos no favorece la reapertura de la financiación en los mercados internacionales.
Malas noticias para la banca española. Estos días todo el sector bancario español ha sido analizado por la troika. Pues cabe recordar que el verano pasado este organismo rescató al sistema financiero español.
Las noticias no son muy buenas, pues parece que estos inspectores internacionales han puesto de nuevo en duda a nuestro sistema financiero.
Esta vez el motivo está en el sistema de provisiones subestándard inventado por el BdE, inexistente en el resto del mundo, y que sirve para no obligar a la banca a provisionar aquellos créditos reestructurados (créditos que aún no siendo morosos, tienen mucho riesgo).
Si finalmente estos consideran que el crédito subestándard debe pasar a moroso, se dispararían de nuevo las necesidades de nuevas provisiones. Con esto los bancos tendrían que incrementar sus coberturas, vender activos para evitar ampliaciones y reduciendo aún mas la oferta de crédito.
Merril Lynch estima la recapitalización en 52.000 millones de euros, afirmando que la banca española se encuentra en una situación de equilibrio inestable y que esta será incapaz de prestar a nuestras familias y sectores productivos.
Más claro, el agua. Una solución está en generar ingresos invirtiendo bajos recursos en ciclos de corta duración. En Lima- Perú abren todos los días carretilleros que se esfuerzan por servir a “su público” con el riesgo de salud que emerge. Pero los hay que a los dos meses ya están duplicando esfuerzos o posicionando incluso una marca y un local. El riesgo casi siempre está asociado a una persona atrás del “negocio” según sea cuidadosa o no con ello. Además de la infraestructura o el financiamiento, el retorno se acelera por las motivaciones en juego.
Excelente análisis, sencillo, directo y completo. Mis felicitaciones profesor Argandoña.