Encuentro algunas ideas interesantes en el resumen de un foro celebrado hace un tiempo en Tokio, organizado por Wharton (aquí, en inglés), con particular énfasis en la experiencia japonesa, pero también útil para nosotros.
- Las instituciones financieras deben enfocarse en mejorar sus operaciones más que en insistir en la ingeniería financiera. Y deben también «asegurar que los intereses de los accionistas, la dirección y los empleados están alineados». Suena demasiado a teoría de la agencia y a maximización del beneficio, pero puede reinterpretarse en términos de contar con todos los stakeholders. Como dice más adelante otro de los participantes, «las grandes instituciones financieras existen para servir a sus clientes«. ¡Oh, si hace unos años algunos directivos hubiesen pensado así!
- Los bancos japoneses manejaron bien lo que es clave para que una institución financiera salga de una crisis: gestionar bien sus morosos y practicar una profunda moderación de los costes. Traducido a nuestro país: aún queda mucho para reducir gastos innecesarios (a dos minutos de mi casa, en direcciones opuestas, hay dos oficinas del mismo banco).
- Se reconoce cada día más la relación entre riesgo, endeudamiento y liquidez. «Un alto apalancamiento y una reducida liquidez de los activos hacen una mezcla peligrosa».
- Uno de los participantes manifestó su escepticismo acerca de la propensión de la industria financiera a aprender de las crisis. A la vista de las noticias que la prensa nos trae de grandes instituciones de todo el mundo, estoy completamente de acuerdo, salvo quizás en un punto: todos han aprendido que una institución «demasiado grande para dejarla caer» será salvada -un aprendizaje perverso, claro.
- Los banqueros aún están excesivamente bien pagados, comenta un directivo japonés. Puede no ser verdad en algunas instituciones españolas, pero la tentación y el incentivo sigue ahí.
- «Parece que hay una desconexión creciente entre los mercados financieros y la economía real«. Mensaje para algunos analistas y expertos, que dan saltos de alegría cuando la bolsa sube, aunque sea solo porque el banco central aumenta sus inyecciones de liquidez, y no porque los beneficios de las empresas y las expectativas de producción y empleo mejoren.
- Hay que seguir adelante con las reformas; si no, las ganancias observadas en los mercados cambiarán de signo.
- Varios destacaron los riesgos derivados de los altos requisitos de Basilea III. Quizás habría que distinguir entre los riesgos de unos requisitos de capital más exigentes en un momento en que el crédito al sector privado está decreciendo, y los beneficios a largo plazo derivados de unos bancos más saneados, más capitalizados y mejor gestionados. Claro que más capital significa menos rentabilidad sobre fondos propios, pero, ¿por qué ha de ser este el único indicador relevante en una institución financiera?
- Y acabo. Uno de ellos dice que «depender de la ética no es suficiente». Estoy de acuerdo si por ética entendemos los aspectos formales cuya eficacia ha sido tan limitada, como códigos éticos, regulaciones, etc. Pero algo más de ética sí haría falta en los bancos. Ética personal de los directivos, propietarios y empleados, y ética organizacional también. Porque con estructuras inmorales, reglas torcidas e incentivos perversos, hasta las personas más éticas acabarán comportándose como unos canallas.
Gracias por estos comentarios tan llenos de actualidad y de vigor que muchos no sabemos escogerlos.
Como vengo repitiendo en su blog profesor Argandoña, creo que el sincronismo es la clave de todo. Es lo que fundamenta la economía, productiva claro. También tiene que haber un sincronismo financiero y monetario pero esto es posterior a la producción de bienes.
Ya expuse cómo se «representa» el sincronismo gráficamente antes. Pero no es posible «sincronizar» si no se conoce cómo producir (hábitos) y menos, si no se tienen las virtudes del caso para controlarse a uno mismo (no hacer bromas pesadas tampoco y respetar a los que saben también).
Saludos y mil gracias,