Los anglosajones utilizan una palabra, accountability, que no tiene una traducción clara en castellano, y que me permito traducir por rendir cuentas de algo. Forma parte de la Responsabilidad Social Corporativa, en el sentido de que se espera qué, a la hora de asumir todas las responsabilidades de la empresa por sus impactos en la sociedad, incluya también el dar cuenta de qué responsabilidades identifican y asumen, por qué las asumen (y por qué esas y no otras, a pesar de que se lo reclaman sus stakeholders), cómo han cumplido hasta ahora con esas responsabilidades, si consideran que eso es suficiente o no y por qué es suficiente o no (con argumentos como «bueno, no lo hacemos peor que otros, y no tenemos medios o tiempo para ir más lejos, al menos ahora, en un tiempo de crisis», o «ya nos gustaría dedicarnos a esto, pero, lo sentimos mucho, no llegamos a todo, y vamos a concentrarnos en algo que ahora nos parece más importante, o más urgente»). Y luego, claro, decir qué objetivos se fijan para el futuro, los medios que van a poner y cómo explicarán lo que van a hacer.
Sí, ya sé que todo esto es bien conocido. Pero me temo que algunas empresas limitan su rendición de cuentas a una memoria, más o menos detallada, de unos resultados, pero desconectados de un diagnóstico (qué estamos haciendo bien, qué estamos haciendo mal), una comparación (con un ideal, con lo que demanda la sociedad o con lo que hacen otras empresas), unos objetivos, un plan de acción y un plan de comunicación. ¿Que esto es demasiado exigente? A ver, piense otra vez lo que acaba de decir, porque a lo mejor refleja una falta de voluntad, o de planificación, o de ganas de mojarse.
El comentario clásico es algo como: » … el día a día nos consume …». Y es cierto! Pero se supone que los niveles directivos se hacen cargo justo de lo que escapa al día a día, esto es, lo imprevisto y/o más bien, lo que hay que prever.
Mientras la visión directiva sea por resultados es imposible siquiera pensar desde «más arriba». Quizá sea aquello por lo que Polo recriminaba a la ética de resultados.
Para prever o resolver los imprevistos hay que empezar por saber cuánto dura un ciclo institucional y eso lo da el sueldo (incluye «bonos») de los directivos. Los cálculos dinámicos dan una idea de ese lapso dentro del cual, los resultados se suman y restan aritméticamente y fuera de éste, se deben aplicar los descuentos geométricos. Cualquier tasa «anual» es una burda aproximación, por eso nadie se fija en el largo sino en el corto.
Saludos y mil gracias, como siempre.